Una de las frases más recurrente de los niños y temida por sus padres es: “¡Papá, mamá, me aburro!”. Aunque frecuente en ellos, no es exclusiva: muchos mayores, alguna vez en la vida, aunque no en voz alta, utilizan parecida expresión.
En los niños suele ser manifestación de cansancio o petición. En los adultos, que, de ordinario cuentan con más recursos para distraerse, el aburrimiento está relacionado con distintas situaciones o estados de ánimo. Puede ser indicio de saturación, por exceso o por defecto o síntoma de carencia de responsabilidades. Ocuparse de tareas repetidas en las que no se pone atención ni afecto, suele ser causa de aburrimiento, tanto, como la falta de un horario en el que, las que se tienen, estén ubicadas.
También es síntoma de soledad, por ausencia o carencia de familiares y amigos; o de “hobys”; o de interés por adquirir alguno; o de despreocupación por cuanto ocurre, al no sentirse afectado y mucho menos implicado. En estos momentos están ocurriendo cosas en el mundo en general y en España en particular, “que ni pintadas” para alejar de nuestro ánimo el aburrimiento y también es de desear que, parafraseando a S. Pablo, sean “para bien”. Valgan estos ejemplos.
Junto a la situación económica, que es la que es y en la que hoy no entramos, están: la próxima “ley de plazos”,- que, viene a facilitar la anterior ley del aborto, y la que, haciendo competencia al café por lo que tiene de “exprés”, está rompiendo tantas familias, haciéndo dicho aborto prácticamente libre y fomentándolo a partir de los 16 años sin consentimiento de los padres. Desde muchos lugares, de forma sutil, se están introduciendo ideologías que pretenden una igualdad de géneros, a todos los efectos. A ello hay que añadir la frecuente aparición en distintos medios de comunicación,- presentes en los lugares en los que se habla de ella -, de la palabra eutanasia.
Estas y otras cuestiones variopintas, pueden alterar de forma notable la sociedad. Una sociedad que es de todos porque todos formamos parte de ella. Cada una de estas cuestiones, y más todas juntas, son suficientes, no sólo para alejar el aburrimiento, sino para forzarnos a sentirnos implicados en su protección y defensa. También en la de la familia, en cuanto base y cimiento de la sociedad, que, con estas “arcaicas novedades” que denominan progresistas, pretenden darles la vuelta como si de un calcetín se tratara.
Esta implicación, supone, entre otras cosas, adoptar una actitud positivamente activa que nos lleve, no sólo a enterarnos de esas novedades: también a revisar las propias convicciones para asegurarlas, ahondando lo posible en ellas; a documentarnos un poco, – cosa nada complicada, que no requiere especial inteligencia -, junto a la decisión de no callar cuando surja la oportunidad de exponer las propias convicciones, junto a un “pelín” de valentía, ya que solemos ser remisos para hablar en voz alta… si sabemos que nos escuchan.
No es difícil: está al alcance de cualquiera. No en menester hacer cosas extraordinarias para ponerlo en práctica. No hace falta salir de casa. Ni salir del propio ambiente. Cada cual en su familia. Si nos ocupásemos en ello, no hay duda de que, además, desterraríamos el aburrimiento.
One Response to ¡Cómo para aburrirnos!