Otra vez estamos ante una manifestación de hechos, que ponen al descubierto, no la fragilidad humana, sino el egoísmo de una serie de personajes o personajillos, que al parecer, se han estado aprovechando de la buena voluntad de muchas personas.
Son ya muchos los casos y pueden seguir repitiéndose indefinidamente, en otros escenarios y con otros protagonistas, si se continúa como hasta ahora: sin poner, preventivamente, ni límites ni frenos y sin exigirles, una vez descubiertos los hechos, la devolución de lo “distraído”. De lo que se sigue que, a pesar de la polvareda levantada, continúen tan tranquilos, puesto que les sale barata su fechoría.
Devolver, es algo tan sencillo como entregar a su dueño o dejar en su lugar o donde se cogió, aquello que sin ser propio y sin derecho, se tomó sin permiso. Tan claro y fácil de entender, que lo aprendíamos, vivíamos y exigíamos en el colegio,- cuando algún niño o niña, se apropiaba de algo de un compañero- , para que el asunto quedara saldado.
Esto, ahora, a algunas personas, parece importarles menos. Devolver lo robado es algo que “no se estila” en los últimos tiempos en nuestra sociedad. ¡Y mira que ha habido casos de malversaciones, apropiaciones indebidas, utilización “sui generis” de fondos reservados y sin reservar, desvíos de fondos, etc., etc.!
Debe ocurrir porque, “ahora”, se está permitiendo a fuerza de no exigirlo, que olvidemos que devolver lo robado es imprescindible para restablecer la justicia que, en esencia, no es otra cosa que dar a cada uno lo suyo.
Todo esto viene a cuento del asunto del “desvió de fondos de la SGAE”.
Antes de descubrirse, llamaban la atención de los españoles “de a pie” algunas cosas, como el celo demostrado para el cobro a través de la utilización de “espías” para que nadie quedase sin pagar derechos de autor; o la forma de expoliar en nombre de unas siglas, o el recaudación avara hasta de lo que jamás se utilizaría como soporte, o…
Cuando termine todo, tal vez sepamos qué y cómo lo hicieron, si lo hicieron.
Y es de esperar que si desviaron fondos los devuelvan íntegros porque no eran dueños sino administradores. Y ello para que restablezca la justicia, con quienes deberían haber recibido lo recaudado y con los expoliados que pagaron no para el fin anunciado sino para satisfacción de un manojo de egoístas listillos”.
Lo que no parece probable que cuenten, son los motivos que les movieron a la pérdida de respeto hacia los compañeros y asociados que confiaban en ellos.