No tenemos que hacer trabajar a la memoria para recordarla: la Navidad irrepetible es la que hemos comenzado a celebrar a partir del 24 de diciembre. Será tan irrepetible como la pasada, la anterior y todas y cada una de las que hemos vivido en nuestra vida.
No hace falta que ocurran en ella acontecimientos extraordinarios para calificarla así. Serán nuestras disposiciones interiores, que acogerán de forma diferente las circunstancias, – variables cada año -, las que harán diferente la próxima Navidad y las que la darán ese calificativo.
Todos tenemos alguna experiencia en nuestro “haber”, de Navidades en las que, escaseando objetivamente, esto o aquello, ni lo dimos importancia ni lo echamos en falta, o en las que, apenas reparamos en las molestias o esfuerzos realizados para que todo resultase bien.
En buena parte, ya que el motivo de la Navidad es el que es: la gozosa celebración del Nacimiento de Dios hecho hombre, de cada uno depende, que la Navidad, “su” Navidad, se convierta en algo positivamente irrepetible.
Que sea esta Navidad, la “maravillosamente irrepetible”, es el deseo de “SOLIDARIDAD Y MEDIOS”, para todos y cada uno.