Isaac Newton dijo: «Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes». Con esto señaló que la ciencia es una serie de limitados progresos, cada uno asentado en los anteriores.
Fuente: Jose Vicente Quiles Latorre- ABC
Meses atrás, tras el congreso anual de la Asociación Americana de Oncología en Chicago, le pregunté a un compañero que estuvo qué le había impresionado más. «Una conversación en los urinarios del hotel», me dijo. Un empleado se afanaba en reponer papel, limpiar y ordenar los elementos de la encimera del lavabo. Al salir, mi compañero le dijo: «Duro trabajo, ¿verdad?». El empleado respondió: «Sí, pero este trabajo es importante para que todo esté bien dispuesto para el cliente».
Hace unos días, en la planta de hospitalización donde atiendo a mis pacientes, el familiar de uno de ellos me dijo: «De las cosas que más hemos agradecido estos días es la profesionalidad y cariño de los auxiliares que han limpiado y aseado a nuestra anciana madre». Un enfermo que no puede moverse de la cama por su fragilidad es aseado y limpiado con una técnica aprendida en el periodo de formación y perfeccionada con la práctica, pero que solo es útil si se aplica con el afecto del buen profesional.
El empleado del hotel y la auxiliar del hospital también son gigantes. Gracias a sus hombros se construye una sociedad mejor.