Algunos consejos ante los problemas de los hijos

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Intentaremos dar algunos criterios concretos aplicables a casos usuales en la vida diaria de nuestros hijos:

• No dramaticemos ante un posible problema que tenga un hijo nuestro. Si lo hacemos, agrandaremos el problema. Lo que los niños buscan siempre en sus padres es seguridad y confianza, y estas se transmiten no perdiendo la calma.

• No estemos hablando siempre de ese problema, y menos aún delante del implicado, pues lo que conseguiremos es fijar más su atención en él.

• Si notamos que nuestro hijo sufre por dicho problema, démosle cariño y comprensión, pero evitemos compadecerle y decirle continuamente “¡Pobrecito mío..!”.

Si alguna vez hemos de actuar ante un profesor o un compañero de clase, hagámoslo con mucha sutileza y sin que se note demasiado.

• No le incitemos a defenderse aplicando la violencia. Hay que dar a nuestros hijos otros recursos para que aprendan a defenderse.

• Enseñemos a nuestros hijos que tienen que perdonar y no guardar rencor a nadie, aunque se hayan portado mal contigo.

• Si se meten con él porque tiene algún defecto físico, es preciso que le hagamos ver que debe aceptarse a sí mismo y que no por ello debe desanimarse. Para eso, hemos de hacerles ver cuáles son sus puntos positivos (tal vez sea un chico muy alegre o muy generoso o muy trabajador, etc.). También debemos hacerles ver que todos los demás niños tienen también problemas, que a veces son peores que los suyos.

• Una forma excelente de quitar peso a nuestros propios problemas es fijarnos en las necesidades de los demás y en cómo podemos nosotros ayudarles. En cuanto dejamos de pensar en nosotros mismos, los problemas dejan de tener tanta gravedad. Esta idea debemos transmitírsela razonándoles a su nivel, pero lo antes posible, para que nunca la olviden.

• Si vemos que no tienen amigos o que les dan un poco de lado, es bueno que les hagamos descubrir qué cosas pueden ellos hacer para intentar revertir la situación, como, por ejemplo: tener detalles con los demás, intentar ser más comunicativo, invitar a algún niño a casa a jugar, etc.

• Si vemos que van un poco mal en los estudios, no recurramos inmediatamente a la solución de apuntarles a una academia o de ponerles un profesor particular. Busquemos, primero, la raíz del problema y veamos si somos capaces de solucionarlo entre nosotros. La verdad es que casi siempre podemos arreglar este tipo de problemas, sobre todo, si los cogemos a tiempo. Por experiencia sé que hay bastantes padres que deciden poner a su hijo un profesor particular de Matemáticas, cuando ese hijo no tiene ningún problema con ellas, sino más bien con el esfuerzo que le exigen. Como casi siempre, se suele tratar de un problema de formación de la voluntad más que de un problema de índole intelectual. Por eso decimos que, a veces, no es bueno recurrir a este tipo de medios y que los chicos se acostumbren a que sus padres les arreglen los problemas escolares poniéndole un profesor particular.

• Si tiene alguna vez deberes escolares que no sabe hacer, ayudémosle a estudiar y a que sea capaz de hacerlos él solo, pero, por favor, no les hagan los deberes ni los trabajos a sus hijos. Esto es muy frecuente, y, a veces, algunos profesores tenemos la tentación de poner la nota de algunos trabajos a los padres más que a los niños.

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