Benedicto XVI ha dedicado parte de su segundo día en Reino Unido a la educación. Primero se ha reunido con profesores católicos en la capilla del St. Mary’s University College, de Twickenham (Londres). Después ha hablado ante unos 4.000 estudiantes en el campo de deportes de esa misma universidad, a los que se han sumado por televisión o Internet los alumnos de las demás escuelas y universidades católicas del Reino Unido.
Fuente: Aceprensa
A los estudiantes: “Espero que, entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI” En la capilla del St Mary´s, el Papa ha recordado al profesorado que “la tarea de un maestro no es sencillamente comunicar información o proporcionar capacitación en unas habilidades orientadas al beneficio económico de la sociedad; la educación no es y nunca debe considerarse como algo meramente utilitario”.
“Se trata de la formación de la persona humana, preparándola para vivir en plenitud. En una palabra, se trata de impartir sabiduría. Y la verdadera sabiduría es inseparable del conocimiento del Creador”.
A continuación, el Papa se ha dirigido a los miembros de las congregaciones religiosas dedicadas a la enseñanza. “Yo mismo, siendo niño, fui educado por las Damas Inglesas –recuerda–, y tengo hacia ellas una profunda deuda de gratitud”.
“A menudo, pusisteis las bases de la previsión educativa mucho antes de que el Estado asumiera la responsabilidad de este servicio vital tanto para el individuo como para la sociedad. Como los papeles respectivos de la Iglesia y el Estado en el ámbito de la educación siguen evolucionando, nunca olvidéis que los religiosos tienen una única contribución que ofrecer a este apostolado”.
La aportación de los religiosos a la enseñanza “va más allá de la evidente exigencia de que el contenido de la enseñanza concuerde siempre con la doctrina de la Iglesia”. En último término, “se trata de que la vida de fe sea la fuerza impulsora de toda actividad escolar”.
Finalmente, el Papa se ha dirigido a “quienes tienen la tarea de garantizar que nuestras escuelas ofrezcan un entorno seguro para niños y jóvenes”.
Una amistad que transforma
De la capilla del St. Mary’s, Benedicto XVI se ha ido al campo de deportes. Allí le esperaban cerca de 4.000 niños y jóvenes. A estos se han sumado los demás alumnos de colegios y universidades católicas del Reino Unido, que han seguido la retransmisión por televisión o Internet.
“No es frecuente que un Papa u otra persona tenga la posibilidad de hablar a la vez a los alumnos de todas las escuelas católicas de Inglaterra, Gales y Escocia. Y como tengo esta oportunidad, hay algo que deseo enormemente deciros. Espero que, entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI”.
En su encuentro con líderes de otras religiones el Papa ha pedido que el diálogo vaya acompañado de reciprocidad y libertad. “Lo que Dios desea más de cada uno de vosotros es que seáis santos. Él os ama mucho más de lo que jamás podríais imaginar y quiere lo mejor para vosotros. Y, sin duda, lo mejor para vosotros es que crezcáis en santidad”.
Como buen pedagogo, el Papa ha explicado a los jóvenes con un razonamiento sencillo en qué consiste esa llamada a ser santos. “Dios quiere vuestra amistad. Y cuando comenzáis a ser amigos de Dios, todo en la vida empieza a cambiar. A medida que lo vais conociendo mejor, percibís el deseo de reflejar algo de su infinita bondad en vuestra propia vida”.
De esta forma, la amistad con Dios va produciendo una transformación en cada uno. Se empiezan a ver “la avaricia y el egoísmo y tantos otros pecados como lo que realmente son, tendencias destructivas y peligrosas que causan profundo sufrimiento y un gran daño, y deseáis evitar caer en esas trampas”.
A la vez, ese contacto con Dios va haciendo que las virtudes se presenten amables y uno empieza a practicarlas. Y el Papa concluye su argumento: “Cuando todo esto comience a sucederos, estáis en camino hacia la santidad”.
Ciencia sin reduccionismos
Benedicto XVI ha animado a los jóvenes a estudiar las materias en un horizonte amplio. “El mundo necesita buenos científicos, pero una perspectiva científica se vuelve peligrosa si ignora la dimensión religiosa y ética de la vida, de la misma manera que la religión se convierte en limitada si rechaza la legítima contribución de la ciencia en nuestra comprensión del mundo”.
El Papa ha terminado dirigiéndose a los alumnos no católicos que estudian en esos centros. “Rezo para que también vosotros os sintáis movidos a la práctica de la virtud y crezcáis en el conocimiento y en la amistad con Dios junto a vuestros compañeros católicos”.
La búsqueda del sentido último de la vida
En el encuentro en St Mary’s University con los líderes de otras comunidades religiosas –judía, musulmana, hindú y sikh– Benedicto XVI se centró en lo que, por caminos diferentes, todas las religiones buscan: “Una respuesta al interrogante más importante: el relativo al sentido último de nuestra existencia humana”. Recordando a San Agustín («Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti»), subrayó que “la iniciativa no depende de nosotros, sino del Señor: no se trata tanto de que le buscamos a Él, sino que es Él quien nos busca a nosotros; más aún es quien ha puesto en nuestros corazones ese anhelo de Él.”
Lo que la ciencia no puede dar
Sin mencionar a los “nuevos ateos”, tan activos en Gran Bretaña con su pretensión de que la ciencia hace inútil el recurso a Dios, Benedicto XVI reconoció que “desde su propio ámbito, las ciencias humanas y naturales nos proporcionan unos conocimientos asombrosos sobre algunos aspectos de nuestra existencia y enriquecen nuestra comprensión sobre el funcionamiento del universo físico.” Pero advirtió que “aun así, estas disciplinas no dan, ni pueden dar, una respuesta a la pregunta fundamental, porque su campo de acción es otro. No pueden satisfacer los deseos más profundos del corazón del hombre; no pueden explicar plenamente nuestro origen y nuestro destino, por qué y para qué existimos; ni siquiera pueden darnos una respuesta exhaustiva a la pregunta: «¿Por qué existe algo en vez de nada?»
Con esta distinción de ámbitos y sin ánimo polémico, Benedicto XVI afirmó que “la búsqueda de lo sagrado no devalúa otros campos de investigación humana”. Más bien, “la genuina creencia religiosa nos sitúa más allá de la utilidad presente, hacia la trascendencia.”
Diálogo interreligioso con reciprocidad
Hizo también el elogio de la colaboración y el diálogo con los miembros de otras religiones. Pero, con franqueza, advirtió que “es necesario que haya reciprocidad en cuantos dialogan.” En concreto, dijo, “pienso en la situación de algunas partes del mundo donde la colaboración y el diálogo interreligioso necesita del respeto recíproco, la libertad para poder practicar la propia religión y participar en actos públicos de culto, así como la libertad de seguir la propia conciencia sin sufrir ostracismo o persecución, incluso después de la conversión de una religión a otra.” Una exigencia que el Papa viene repitiendo, y cuya necesidad es patente en países del mundo islámico y en los sitios de la India donde los cristianos son perseguidos por radicales hinduistas.