Dicen quienes con menos agrado ven lo exitoso de los viajes del Papa, que no son positivos, ni convenientes, que enconan las incomprensiones y las mal llamadas “guerras de religión”, entre los diversos credos y religiones…Tal vez, inconscientemente estén pensando en el año de la “memoria histórica”, en que se retiran placas de Caídos por Dios y por España, se esconden crucifijos de lugares públicos, se somete a la Iglesia al IVA exigido a entidades lucrativas olvidando la ingente labor social y económica que aporta a la sociedad toda, se ponen trabas a la enseñanza religiosa mientras se obliga fascistoidemente a la “educación para la ciudadanía”, o, ya en el paroxismo de lo ridículo, se intenta silenciar el verbo evangelizador y magistral del Papa reprobándolo en la cámara del Congreso…Es el no corráis, que es peor, que decía el cojo.
Y es que este dicho es cierto…Me ocurrió siendo jovencito, una tarde dominguera por los Jardines del “Real Sitio” de La Granja de San Ildefonso: visitaba este precioso parque un grupo de alemanotes rubietes y “cuadrados”; no se nos ocurrió mejor diversión que lanzarles una carga de enormes castañas, de las que una impactó en la cabeza de una de las chicas germanas…Hacer diana y salir todo el grupo tras nosotros fue todo uno; excuso decir que en esta improvisada carrera “internacional” pudo más el pavor que la fuerza, saltándonos las tapias que cierran el parque, sin llegar a darnos alcance,…Pero en nuestro grupo había uno que tenía ostensible cojera, y mientras se veía atrapado gritaba “no corráis, que es peor”. En honor de la verdad los jóvenes teutones respetaron la minusvalía de nuestro compañero, que alegó no haber participado en la gamberrada.
Los escasamente partidarios del Santo Padre, sus viajes y sus discursos u homilías, viendo lo exitosas que son, porque son mensajes de paz, perdón, reconciliación, abrazo, al no poder detener este arrollador afecto con que es recibido, gritan “no corráis, no viajéis, no abráis la boca”, que es peor…
Como muestra irrefutable y contundente del positivo efecto que en el abrazo de las distintas religiones, credos, doctrinas y creencias, pero con un mismo y único Dios, y como esperanza de la pacificación y comprensión entre todos los pueblos, está ese cordial recibimiento que se esperaba y estaba programado, y esa despedida fuera de todo leguleyo protocolo, sorpresiva y expresiva del cariño y admiración que dejaba, están las palabras de agradecimiento del Rey de Jordania: Gracias, Santo Padre, “por este histórico y maravilloso viaje”…
Es lógico que quien legaliza el aborto, despenaliza la eutanasia, llama “matrimonio” a la unión de dos hombres o dos señoras, manipula embriones humanos como si de un taller artesano se tratase, permiten a menores utilizar sin conseja paterna ni recomendación médica esa abortiva píldora “del día después”, o deja a las adolescentes abortar sin compañía de los padres, quien permite banderas con la extranjerizante hoz y martillo en cualquier manifestación pública, pero elimina los crucifijos de aulas, cárceles u hospitales, quien ve como la sociedad no se laiciza al ritmo pretendido, reprueba en las cámaras legislativas la opinión papal, diga no a los viajes del Papa, alegue que revuelven las cosas, irrita las relaciones y cuestiones cristiana e islamista, es natural que griten el “no corráis que es peor”.