El cantautor estadounidense Bob Dylan, se ha solidarizado con el hambre en el mundo cediendo el uso de su éxito «Blowin’ in the wind” para una campaña en apoyo del medio ambiente, el libre comercio y la responsabilidad social sobre la indigencia mundial.
Sabemos que los terruños de miseria y pobreza que existen en la tierra, se hubieran podido eliminar si las voluminosas inversiones en artefactos bélicos, que sirven para la guerra y para la devastación, hubieran sido cambiadas en adquirir alimentos que aprovechan para la vida.
El hambre es una plaga que mata a mas de seis millones de chiquillos anualmente, víctimas de malnutrición, de las dolencias contagiosas, fácilmente curables, pero que, los diminutos cuerpos de los críos, no son capaces de abordar al estar debilitados por la hambruna. La FAO, cuyo propósito consiste en acabar con el hambre en la tierra, ha aseverado que “cada cuatro segundos fallece una persona de hambre en todo el orbe”.
En el mundo viven mas de 1.000 millones de mortales hambrientos, según afirma el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Jacques Diouf. También ha subrayado que la seguridad alimenticia es una “condición primordial para la paz y la seguridad en el mundo”.
“La desnudez del mundo indigente podría ser vestida con los adornos sobrantes de los vanidosos”, afirmó Goldsmith. Por otra parte, Sócrates decía que, únicamente llamaba acaudalados a los que sabían hacer buen uso de sus riquezas; los demás ricos, aunque disfrutaran de bienes incalculables, quedaban proscritos entre el número de los indigentes, afirmando que su desventura es gravísima, porque son pobres de espíritu.