Con las abundantes lluvias de abril, la naturaleza hizo despuntar con fuerza “brotes verdes”. Brotes verdes… vegetales, porque de los otros, de los que esperamos como lluvia de mayo, aún no han aparecido. Como decía la canción popular “y lo que te rondaré morena…”, aunque como “no hay bien ni mal que cien años dure”, algún día, – Dios quiera que no tarden mucho -, llegarán.
Lo malo es que a estas cosas les pasa lo que a las enfermedades: cuanto más tardío es el diagnóstico, más tiempo tarda de hacer efecto el tratamiento, que debe contar con la debilidad del enfermo, recrecida durante la espera.
Esa situación, más o menos parecida a la de la crisis económica que padecemos, se agrava en este caso, y lo que llegó sin intervención de cuantos la sufrimos, no se alejará sin la colaboración de cuantos la padecemos.
Quien, antes, fue renuente a las sugerencias que, desde dentro, se hicieron para salir del atolladero, ahora, convertidas en exigencia llegada de fuera, desde el mismo “corazón de Europa”, no tendrá más remedio que atenderlas,. ¿Dónde, cómo efectuará y sobre quiénes, repercutirán los recortes exigidos?. Mucho me temo que sobre los mismos.