José Bretón ha recibido impertérrito el dictamen del jurado por el asesinato de sus hijos Ruth y José de 6 y 2 años. Ha sido declarado culpable por acuerdo unánime de un jurado compuesto por siete mujeres y dos varones. Bretón los asesinó y los chamuscó de forma pérfida. El jurado no desea que se le otorgue el perdón.
REDACCIÓN SYM
Un fallo rotundo que José Bretón refutó con su actitud fría y una mirada perdida en el vacío. Ahora afronta una sentencia terminante que le podría llevar entre 25 y 40 años de cárcel. Un infanticidio planeado: Conjeturó la muerte de sus dos vástagos como represalia contra su esposa, Ruth Ortiz, al no asentir al divorcio. La defensa apelará al Tribunal Superior y luego al Tribunal Supremo.
Todos los medios de comunicación están viviendo una grave injusticia con José Bretón, de modo especial las diversas cadenas de televisión, demonizándolo, masacrándolo y con un linchamiento público. El titular de un rotativo nacional afirma “El hombre sin sentimientos”.
No intento defender a un asesino pero, si a un ser humano. La verdad absoluta no está ni en el jurado ni en los jueces de la Audiencia Provincial de Córdoba. Únicamente está en Dios que escruta los corazones de los hombres.
Por otra parte, la pena de muerte y su aplicación no parece inquietar demasiado a los adalides políticos censurados por esta práctica. En los últimos años el número de países que ajusticiaron a condenados a la pena capital ha decrecido en un 50%. México y Liberia son los países que han eliminado la pena de muerte de su legislación.
La Comisión de Derechos Humanos de la ONU ratificó una resolución en la que se insinuaba a todos los países del universo a prohibir la pena de muerte, proteger la dignidad y los derechos inalienables de toda persona humana, en todos los momentos de su existencia, desde la concepción hasta la muerte natural.
La cadena perpetua es una pena que priva la libertad de forma indefinida, que habitualmente se aplica como condena de por vida ante una fechoría, como el asesinato de los niños Ruth y José, y que implica la privación de libertad hasta la muerte. En la mayoría de los gobiernos en los que no se contempla la pena capital, la cadena perpetua sin ninguna posibilidad de libertad condicional, es el correctivo más inclemente que se le puede aplicar a un asesino.
Al asesino, José Bretón, se le debería aplicar la cadena perpetua revisable ya que, si queda en libertad, podría volver a cometer otros asesinatos. Así lo ha manifestado su esposa Ruth Ortiz.