Celos y rivalidad entre hermanos

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celos-infantilesAmbas actitudes están indisolublemente unidas: cuando se sienten celos hacia otra persona es porque se ve en ella a un rival que, a nuestro entender, trata de desposeernos de algo que queremos que sea para nosotros, o bien porque vemos que es dueño de algo que nosotros quisiéramos que fuera nuestro. Ese “algo” casi siempre suele ser el cariño y la atención de los padres.

Cuando coinciden dos hermanos del mismo sexo y de edad aproximada, suele darse entre ellos una relación muy intensa: todo lo hacen juntos, bien sea el comer, el dormir, el jugar…Tienen mucho roce y muchas cosas en común, y por eso es natural que se den más conflictos en este tipo de relaciones. En estos casos, el hermano es visto a menudo como un rival más que como un compañero de juegos, y es muy habitual que los niños, traten de competir por casi todo.
-¿En qué consisten los celos? La palabra misma, celos, proviene del griego. En griego, el verbo dselô significa “tener envidia”. Ahí está la clave de la cuestión.

Los celos, pues, son una de las múltiples manifestaciones de ese defecto heredado que tenemos los seres humanos, y que, por desgracia, no tiene cura. Nos referimos, claro está, a la soberbia, ese enemigo contra el que tenemos que luchar todos los días de nuestra vida. ¿Quién de nosotros no tiene de vez en cuando el deseo de ser el mejor y de que todo el mundo le admire y le reconozca por la calle? Lo que pasa es que nosotros, los adultos, disponemos de recursos para minimizar los efectos de la soberbia y de la envidia cuando vemos que nos asaltan, en tanto que los niños no los tienen, y exteriorizan ese malestar en conductas a veces muy llamativas.

La envidia se manifiesta de dos maneras, como muy bien sabemos: tristeza ante el bien ajeno y alegría ante el mal ajeno. Por eso es tan frecuente que un niño se alegre en su fuero interno cuando ve que sus padres regañan a su hermano o que trate de llamar la atención cuando percibe, con malestar, que sus padres demuestran un especial cariño y dedicación a éste.
Los celos son una manifestación espontánea que experimenta la persona sin él desearlo. Los adultos tenemos más recursos para ejercer un control racional sobre nuestros impulsos, aunque a veces nos resulte muy costoso hacerlo. Todos tenemos experiencia de lo difícil que puede llegar a controlar algunas veces estos ataques espontáneos, por más que tratemos de disimularlos. Los niños, especialmente los que son muy pequeños, no poseen aún esa capacidad de controlar los ataques de celos.

Los celos se evidencian con mayor virulencia en niños de 3-4 años. Suelen recaer en el hermano o los hermanos más pequeños. Son menos frecuentes los celos hacia los hermanos mayores, salvo que vean en ellos una especie de ideal inasequible para ellos.
Cuando un niño manifiesta celos está demandando más cariño de parte de sus padres. Los padres somos las personas más importantes en su vida, y ellos sufren al experimentar la sensación de que son relegados por su hermano.

¿Qué manifestaciones son las más típicas de una conducta celosa entre niños pequeños? Los padres hemos de estar atentos a cualquier comportamiento que se salga de lo habitual en nuestros hijos, para tratar de dar con el motivo que lo provoca. Lo decimos porque, casi siempre, los celos se manifiestan en conductas inhabituales en nuestros hijos. El problema es que muchas veces se mezclan y confunden los celos y la rebeldía propia de los niños de esas edades, creando situaciones bastante incómodas para los padres. Veamos algunos ejemplos de conductas que pueden delatar celos:

Agresividad contra el hermano menor.
– Cariño excesivo hacia éste.
– Conductas regresivas como volver a hacerse pis o no querer comer él solo.
– Deseo inmoderado de llamar la atención de sus padres a toda costa.
– Actitud nerviosa, irritable o agresiva en general.
– Continuas referencias al hermano, al que echa la culpa de algunas cosas, o al que usa como escudo para pedir otras.
– Tristeza, aislamiento.
– Terquedad y afán de llevar la contraria y desobedecer.

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