Hoy 23 de abril es, uno de esos que llamamos “días” de especial significación.
Tiene esta fecha, la particularidad de acumular sobre sí la celebración de distintos acontecimientos. Uno de ellos es el de la muerte del más insigne escritor que vieron los siglos: Cervantes. Hubiera bastado su novela “El ingenioso hidalgo D. Quijote de Mancha” para pasar a la Historia, pero escribió muchos más libros.
Los libros. Son, precisamente, otros de los protagonistas en ese día, tanto, que para muchos, el 23 de abril es sinónimo del“Día del Libro”.
¿Es tan importante el libro para que se le dedique un día?. ¿ Publicación, compra y lectura de un libro son actos correlativos?. En general, los libros ¿cuentan con nuestra personal estima?. ¿Nos acercamos a ellos por placer o por vanidad?. ¿Contamos con la posibilidad de comprar libros a la hora de hacer un regalo?. ¿Nos planteamos en alguna ocasión hacernos con una pequeña biblioteca?
¿Somos capaces de leer hasta el final los libros que comenzamos?. Podríamos hablar, salvando las distancias, de nuestra afición a la lectura de determinado género de libros, como lo hacemos de la que tenemos a determinado tipo de películas?. ¿Mostramos a los amigos los libros nuevos que tenemos, con el mismo énfasis que ponemos al enseñarles el último artilugio incorporado al coche?
Muchas más preguntas nos podríamos hacer en torno a los libros pero bastaría con responder sinceramente a alguna de ellas para que cambiaran muchas cosas: dentro de nosotros y en la sociedad.
Es que los libros, guardan tesoros entre sus páginas y en su valor potencial, radican su importancia y trascendencia. A través de la lectura de un buen libro y por su influencia, – porque a buenos libros nos referimos -, muchas cosas cambian dentro del lector: crecen sus conocimientos y aumentan los que posee; ejercita la memoria; dilata su imaginación; dinamiza su capacidad de acción; se multiplican sus iniciativas; adquiere nuevas aficiones; se incrementan de forma notable sus temas de conversación…
Así podríamos seguir, relatando sus beneficios casi hasta el infinito. Pero es que, además, como el lector está inmerso en la sociedad de la que es componente, estos efectos personales, actúan para bien en ella, puesto que a través de su actuación, se trasladan y proyectan.
Vale la pena, pues, leer y también esforzarse por elegir, a la hora de hacerlo, libros que merezcan la pena. Entre las razones que aconsejan hacerlo, la del tiempo no es menor siendo poco del que solemos disponer para ello, además de no ser lo más inteligente, emplearlo en leer bazofia.