Se nos ocurren algunas ideas al respecto:
– Han de saber distinguir, como muy bien sabemos ya, lo que son unos amigos y lo que son unos cómplices.
– Han de tener también muy claro aquello tantas veces oído pero no por ello menos cierto: “Cuando uno no vive como piensa acaba pensando como vive”.
– Han de ser críticos y analizar cuál es el tipo de liderazgo que hay en su grupo.
– Tienen que saber que, en materia de moral, el bien no está casi nunca del lado de la mayoría. De ese modo, el argumento de “todo el mundo lo hace, lo tiene, lo piensa, lo dice” no es suficientemente fuerte como para que nosotros hagamos, tengamos, pensemos o digamos lo mismo que los demás. Por favor, ¿desde cuando la verdad y el bien son “democráticos”?
– Nuestros hijos han de ser rebeldes y al mismo tiempo estar abiertos a los demás: no puede ser que formen “capillitas” cerradas y que no se relacionen nada más que con los que piensan como ellos. No pueden ser como plantas de invernadero, tienen que estar siempre abiertos a ayudar y comprender a los demás.
– Han de procurar ayudar y apoyar a aquellas personas que vean que se hallan un poco marginada o aisladas dentro del grupo.
– Tienen que intentar crear en torno a ellos un ambiente positivo, y atraer a él a cuantos más puedan. Esta es la mejor manera de luchar contra la presión negativa que traten de imponer los demás.
– Es esencial que sean capaces de darse cuenta de que determinadas personas son malas influencias para ellos. En tales casos, lo más aconsejable puede ser cambiar de “amigos” antes de que ellos acaban por cambiarte a ti.
– Sobre todo, han de ser capaces de decir que NO y de soportar la presión del grupo. Ello no siempre es sencillo, como tampoco lo es para nosotros. A continuación, ofrecemos algunas posibilidades para hacerlo:
1.- Sencillamente, di “no”: Cuando decimos “sencillamente” nos referimos a no darle vueltas al asunto ni discutir ni pensar en complicados argumentos. Algunas respuestas pueden ser:
* “No, gracias”.
* “Bueno, mejor que no”.
* “Perdona, pero ya sabes que no”.
* “No, no me líes más, ya sabes que no quiero”.
* “Lee mis labio. NO”.
2.- Enfrentarse: El enfrentarse no implica insultar ni llegar alas manos. Pero hay ocasiones en las que puede ser muy eficaz hacerlo, ya que un tono de sana irritación puede despertar las conciencias dormidas de algunos. No cabe duda de que, hacerlo exige una buena dosis de audacia y de carácter:
* “¡Mirad, tíos, dejaos de tonterías! ¡Eso es una barbaridad y punto!”.
* “Conmigo no contéis para eso, ¿vale?”.
* “¿Cómo se os ocurre esa tontería? ¿Estáis imbéciles o qué?”
3.- Di lo que piensas: No siempre es fácil, pero hay que ser capaz de disentir de los demás siempre que exista un clima de diálogo que lo permita (cuando no se da, puede que no merezca la pena intentarlo). Si el ambiente está muy crispado, será más difícil hacerlo. A veces no te saldrán las palabras adecuadas, pero siempre es mejor hacerlo que quedarse callado. Muchas veces, el silencio es cómplice. Se trata de dar alguna razón de por qué nos oponemos a hacer determinada cosa, aunque procurando no enjuiciar a las personas:
* “Te voy a ser sincero, creo que…”
* “Pues mira, lo que yo pienso de todo esto es que…”.
*”Puede que todo el mundo piense como vosotros, pero yo no”.
* “igual es que yo soy muy raro, pero no lo veo bien y ya está”
4.- Plantea alguna alternativa: A veces hay que cambiar de tema, proponer algo positivo y más valioso que lo que están tratando de proponer los demás. Plantear este tipo de alternativas puede llegara ser de gran eficacia:
* “¿Y por qué no dejamos ya de pasarnos con el profe y hablamos con él a ver si nos da otra oportunidad?
* ¿Qué os parece si el viernes, en vez de irnos de botellón…?
5.- Poner excusas: Buscar una excusa no siempre es mentir; tampoco es decir que no explícitamente. Es una postura un poco más cobarde que las anteriores, pero al menos, en algunos casos, pude ayudarnos a salir airosos de una situación de presión. Al menos, con este recurso es probable que nuestros amigos se percaten de nuestra disconformidad con lo que están planeando hacer al ver que nosotros nos excusamos ante ellos alegando unas razones tras las cuales se oculta en realidad una negativa:
* “No me siento bien; me voy a casa”.
* “Me da un poco de corte hacerlo; prefiero pensarlo mejor”.
* “Ya tengo bastantes líos en la cabeza; no quiero complicarme más la vida “.
* “La verdad es que hoy tengo muchas cosas que hacer”.
6.- Me las piro: Eso es lo que hace mucha gente cuando no ve la forma de salir de un apuro. A veces no se llega a verbalizar, simplemente se van, aprovechando cualquier distracción, o bien fingiendo que alguien les llama. Se esfuman y punto, o bien se despiden educadamente sin dar explicaciones y sin dar la oportunidad a que les pregunten nada:
* “Hasta luego. Tengo que irme”.
* “Id vosotros si queréis; yo me tengo que ir ya”.
* “Bueno, tíos, nos vemos”
7.- Dale largas: Es otra actitud un tanto cobarde, ya que no se dice que no, pero tampoco que sí. Con ello, se pretende enfriar la situación para posteriormente explicarlo mejor, cuando tenga uno claro de qué modo hacerlo o se haya asesorado al respecto. Esta postura es buena cuando se nos plantea una situación que no tenemos del todo claro si es o no aceptable. Sin embargo, si lo que se nos está planteando es, por ejemplo, ir a visitar un prostíbulo no me parece adecuada: ante ese tipo de invitaciones no hay que dejar abierta la puerta a la posibilidad de que sea algo aceptable para nosotros en otro momento.
* “Bueno, ya veremos”.
* “Mañana será otro día”
* “Lo consultaré con la almohada”
* “Puede ser, pero hoy no, mejor otro día”.
* “Puede ser que esté equivocado, pero por ahora prefiero que no”.
8.- El espejo: Consiste en emplear la ironía y volver contra los demás sus propias propuestas y argumentos, usando sus mismas palabras si es necesario. Recordemos que la ironía, bien usada, tiene muchísima fuerza y desarma por completo al oponente:
*”Así que haciendo eso lo vamos a pasar guay…¡venga ya, hombre!”
* “O sea, que todo eso está muy bien y no tiene ningún peligro, ¿verdad?”.
* “De modo que, si no hago lo mismo que vosotros soy un pringao…”.
9.- El disco rayado: Es una técnica muy usada. Consiste en repetir lo mismo una y otra vez, negándose a dialogar, como solemos hacer cuando nos llaman por teléfono para ofrecernos la última oferta de telefonía + Internet. Bien usada esta técnica, suscita en el otro la resignación de que no vale la pena insistir, ya que, diga lo que diga, la respuesta va a ser siempre negativa:
– “Lo siento. No me interesa”.
– “¡Pero si lo vamos a pasar muy bien!”.
– “Lo siento. No me interesa”
– “¡Vamos, no seas tan borde!”
– “Lo siento. No me interesa”.
– “¿Es que nos vas a dejar colgados a todos?”.
– “Lo siento. No me interesa”.
Otras formas de hacer el disco rayado pueden ser éstas:
“Paso de hacerlo”; “Muy bien, pero no quiero”; “No me apetece”.