Hay pocas cosas en la vida que llenen tanto el espíritu, y más en estos días de reclusión, como leer un buen libro. Esto no hace falta que se lo diga a los grandes lectores. Leen mucho porque es una actividad placentera y enriquecedora como pocas. Y cuando digo esto a los teleadictos me miran como si les estuviera contando un cuento pasado de moda. Pobre gente, están atrapados por la adicción a las pantallas y no son capaces de salir de la trampa. No llegarán a descubrir el tesoro tan cercano, la maravilla de tener un libro.
Mejor todavía tener una biblioteca. A veces el problema para el principiante, para el que ha leído un libro encantador y le gustaría seguir leyendo, es que no tiene otro, o no tiene ni idea de qué pedir en una librería. Esto es, sin duda, un problema: cómo llegar a los buenos libros. Por eso lo ideal es tener una biblioteca en casa, o también comprobar lo fácil que es ir a la biblioteca municipal y buscar un libro. ¡Cómo agradecemos que al entrar en la librería del barrio tengamos un experto que nos dirige! Ese librero que sabe lo que tiene y que te puede decir un buen título de acuerdo con tus preferencias.
No pocas veces el problema que han tenido algunos para no seguir es que después de un novelón estupendo que le dejó un amigo, no ha tenido criterio ninguno para acertar con el siguiente. No es una cuestión fácil. Hoy se escriben novelas muy gordas, de mucha acción, de poco fondo, o sin fondo ninguno, inmorales en líneas generales y en líneas particulares. Porque una mayoría amplia de los escritores actuales son escépticos, ateos, no creen demasiado en el hombre. Y no nos pueden ofrecer nada verdaderamente atrayente.
Leer supone un pequeño esfuerzo que no se necesita para ver una peli. El televidente puede ser un vago redomado. Se sientan a lo que le pongan. Se empapuza de cualquier serie que le pongan delante. A mí me llega por varios conductos que la mayoría de las series son inmorales. Pero parece que ahora eso no importa demasiado. ¿Para qué sirven? Para pasar un rato con el mínimo esfuerzo. Pocas películas hay, y poquísimas series, que las termines con un poso grande y positivo.
El libro deja poso. Cualquier buena novela, con cierta enjundia, te pone a favor o en contra de los personajes. Vives con ellos. Los tienes presentes en otros momentos del día. Por eso es tan decisivo que escojas un buen libro. Ante una buena novela, el deseo del lector de encontrar un hueco es muy grande. Es algo que engancha. La pena es que te enganche una historia inmoral, negativa, deprimente. Recuerdo una novela que ha tenido bastante éxito, con un tema original y bien tratado y que terminaba de modo verdaderamente negativo y deprimente.
Cuando se lee mucho se estudia bien. Para los jóvenes, el que es buen lector va a ser buen estudiante. Y al contrario podríamos decirlo en muchos casos. Sentarse delante de un libro, durante un buen rato, con aprovechamiento, para estudiar una materia de la carrera que no es la que más me gusta, es difícil, salvo que el alumno sea un buen lector. El lector empedernido es capaz de afrontar otros libros, aunque no sean literatura, con bastante éxito. Esto está comprobado mil veces.
Es un gran tesoro un buen libro. Hay medios para buscarlos. En clubdellector.com se pueden encontrar buenas referencias. Es importante tener diversas opiniones. Sopesar las lecturas, no quedarte con cualquier cosa. Merece la pena elegir bien.