Crisis sí, ¿pero nada más?

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solidaridadcontigoA muchas personas, al  escuchar ahora la palabra “crisis”, les ocurre lo mismo que a los estudiantes “vaguetes” de hace años, cuando oían a sus padres decirles  machaconamente, “vas a suspender”:   “se ponían de los nervios”. Es que esta palabra, con o sin razón, aparece en todas las conversaciones y con conocimiento o de oídas, es manejada por una buena parte de españoles.  

Pero no es cosa que sólo ocurra en España: la crisis está en boca ciudadanos y mandatarios de todo  mundo, porque a todos los países ha llegado y todos la padecemos aunque, en cada uno, con matices e intensidad diferentes y con aportes distintos  para su solución.  

Cuando en días pasados no sólo la atención del pueblo norteamericano, – la de todo el  mundo -, estaba puesta en la toma de posesión del nuevo Presidente de EE UU, daba la impresión que la solución de los problemas que en estos momentos atenazan, dependía de este hecho, realmente histórico por sus connotaciones. Sin embargo, la realidad es muy otra, aunque al vivir inmersos en un fenómeno tan complejo como es la globalización, las soluciones, acertadas o no,  aplicadas en un extremo del planeta, tienen repercusión en el otro. 

La realidad es, que la crisis reviste peculiares características en cada lugar y que las soluciones que se aporten, también deberán ser diferentes, en consonancia con ellas.  Y  dado que pasaron los tiempos en los que se nos daba todo hecho, todos deberíamos tomar parte en su aplicación y hacer lo posible para que dieran fruto positivo. 

Siempre, pero en tiempos de crisis más, lo primero que todos, que cada uno,  podemos hacer es, ser solidarios. Ser solidarios no es, solamente, dar lo que sobra a quien lo necesita. Es mucho, pero no suficiente. Ccomo en estas circunstancias todos tenemos cerca de nosotros alguien que no lo está pasando bien, por falta de trabajo y porque no encuentra otro que le reporte algún ingreso, basta mirar con un poco de atención y de… cariño, para averiguarlo.

Averiguaremos que la solidaridad puede revestir formas tan variadas, como variadas son las necesidades en estas circunstancias.No parece solidaridad pero lo es: evitar gastos innecesarios o exagerados que “rechinen” ante tanta carencia; compartir lo ahorrado al hacer gastos más discretos, o hacer llegar, sin darlo importancia, aquello que hace falta a quien lo necesita, incluido un dulce hecho para el disfrute de los más pequeños de la familia en apuros…  

Ante lo enumerado, seguro que a más de uno se le viene a la memoria tanto derroche diario en forma de viajes, coches, muebles e inmuebles hechos por quienes pareciendo faltos de corazón, se amparan en puestos, cargos y responsabilidades de pacotilla… y ¡compara!.

Sí, es verdad lo que piensan. A pesar de ello y, por ello, comencemos por lo inmediato, por lo que nos afecta. No dejemos de hacer lo que está en nuestras manos. Si dejamos de hacerlo, se quedará sin hacer y, con ello, ¿ no añadiríamos un nuevo dolor al que soportan?. 

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