¿Cuáles son los obstáculos que nos encontramos a la hora de poner límites a los hijos?

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niños tiranosPueden ser muy numerosos, pero no por ello insalvables. Los podemos hallar en tres frentes: el ambiente que se respira actualmente en la sociedad; los hijos en sí; y nosotros, los padres.

Se dice, creo que con un poco de exageración, que el ambiente actual está muy mal, que es muy deseducativo, etc. y eso en parte es verdad, pero en parte exagerado. No cabe duda de que la educación de hace unas décadas era más autoritaria, y el trato era más frío ente los padres y los hijos.
Por otra parte, nos hallamos en una sociedad del bienestar, en la que se imponen valores como el tener en lugar del ser, el ocio, la diversión, el placer o la falta de compromiso. No cabe duda de que hoy en día se vive muy bien, demasiado bien mejor dicho: se tienen muchas cosas innecesarias y al mismo tiempo les faltan a muchas personas unos referentes claros que orienten y den sentido a su vida.

Está muy extendida una mentalidad bastante permisiva en algunos aspectos esenciales, como son la sexualidad o el respeto a las personas (por ejemplo, a los profesores. Algunos políticos han tenido la curiosa ocurrencia de otorgar al profesor la categoría legal de “autoridad”, de modo que se puedan así castigar las posibles faltas de respeto de que sean objeto…).

Pero, a pesar de la existencia de estos y otros posibles inconvenientes, estamos convencidos de que éstos no son lo suficientemente fuertes como para tirar por tierra una formación educativa sólida, como es la que procuramos realizar con nuestros hijos. Por otra parte, la educación nunca ha sido sencilla, ni tampoco nuestra época estuvo exenta de dificultades. Hemos de aprovechar las múltiples oportunidades y ventajas educativas que tenemos en estos momentos a nuestro alcance, y de las que nosotros, siendo niños, no pudimos beneficiarnos. Problemas y dificultades las hay, las ha habido y las habrá, no lo dudemos. Los problemas del ser humano son y seguirán siendo, en esencia, siempre los mismos.

En cuanto a los hijos, debemos preguntarnos también qué obstáculos podemos encontrarnos. A este respecto, hemos de señalar que nos parecen más determinantes las actitudes de los padres. Hemos oído infinidad de veces que la mayor parte de los problemas de los hijos son, en el fondo, problemas de los padres, aunque suene un poco duro el reconocerlo…

Hemos de ser conscientes de que los hijos van a estar siempre en su papel, y éste ¿cuál es? Muy sencillo: el de desafiar a los padres e intentar sacar de ellos lo máximo posible. El niño, ya desde que nace, lucha a nivel inconsciente por ser el centro de todo el cariño y las atenciones de los padres. Al mismo tiempo, el niño va tomando conciencia de manera progresiva de su independencia: va descubriendo su propio cuerpo y sus capacidades. Poco a poco se va dando cuenta de todo lo que puede conseguir mediante las armas de las que dispone, que son el llanto, la negativa o la tozudez. Si ve que los padres ceden, irá buscando metas cada vez mayores; y, si los padres siguen cediendo, poco a poco llegará un momento en el que no podrán ya con él. Por desgracia, no es infrecuente oír quejarse a algunas madres cundo vienen al colegio de que no saben qué hacer con su hijo y de que ya no pueden con él.

Tengamos esto muy claro: el bebé pone a prueba a menudo a sus padres con el llanto, para reclamar su atención. ¿Cuántos niños se callan en cuanto les cogemos en brazos? Luego, reclama nuestra atención para dormirse y nos “obliga“ a que le estemos meciendo media hora entera; si dejamos de hacerlo, llora estridentemente. Ese mismo niño come cuando le da la gana, no cuando quieren sus padres. Como es tan rico, le dejamos que se meta en nuestra cama cuando tiene tres añitos, o bien nos vamos nosotros a la suya hasta que se duerme…Ese mismo niño, ya con tres-cuatro años, va a la escuela infantil y (¡qué raro!, ¿verdad?), nos dice la profesora que se porta un poco mal, y los padres, a lo mejor, le echan la culpa a ella, diciendo que es muy joven y no tiene aún experiencia para llevar su clase…
Ese niño tan rico se está, pues, convirtiendo en un pequeño tirano, y es posible que, si no se actúa a tiempo, sea una fuente conflictos allá donde vaya.

Pablo Garrido

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