La diferencia de edad entre los hijos hace que los celos sean menores: no cabe duda de que un niño de diez años tiene muchos más recursos emocionales para afrontar la llegada de un nuevo hermano. Sin embargo, no por ello las relaciones entre hijos de estas edades están exentas de problemas.
En tales casos, es habitual que el pequeño vea a sus hermanos mayores como un referente para él, en especial si es del mismo sexo. Por su parte, esos hijos mayores suelen asumir el papel de protectores de estos pequeños. En tales casos, la rivalidad prácticamente no existe, ya que no tienen que competir en ningún campo. Si se da dicha rivalidad será porque el hermano mayor, aunque tenga diez años más que el pequeño, es aún muy inmaduro.
Los roces o choque, en estos casos se producirán si los mayores ven a los pequeños como un incordio que les interrumpe continuamente y no les deja jugar ni estudiar, y que están todo el día detrás de ellos e invaden su marco de intimidad. Y es que, muchas veces los pequeños quieren hacer lo mismo que hacen los mayores, y, si estos son un poco intransigentes, pueden acabar quitándose de encima al pequeño de malas maneras.
Otras veces se producen conflictos cuando los padres recurren a los mayores para que se ocupen de sus hermanos pequeños, y protestan por ello. Los padres debemos educar a los hijos en un mínimo espíritu de servicio, y no es ninguna injusticia el que un niño de trece años se ocupe de su hermano de cuatro en algunas tareas. Los hijos mayores deben ver esos encargos como una obligación natural a la que no deben negarse.
Ahora bien, es preciso pactar con los mayores en qué tareas concretas serán las que tenga que hacer: por ejemplo, llevarles y recogerles del colegio, o cuidar de ellos si una noche los padres se van al cine. Si las normas de funcionamiento están claras previstas de antemano, no tiene por qué haber conflicto alguno entre los mayores y los pequeños.
Lo que no debemos los padres hacer es investir a los hijos mayores de una autoridad que no poseen: un hermano, aunque le lleve diez años a otro, no deja de ser un hermano, y no tiene una autoridad natural sobre él como la que puedan tener sus padres. Por ello el hermano pequeño puede “rebelarse” contra el mayor si nota que se está excediendo en su papel, y de ahí pueden venir también discusiones entre ellos.