Comentaba una persona a sus amigos, cual había sido uno de los peores instantes de vida y les decía que fueron los segundos transcurridos al volver en sí de la anestesia de una operación, hasta que percibió las palabras de quienes la atendían.
En ese breve tiempo su cabeza buscó, sin éxito, alguna referencia que le permitieran situarse. Esa falta de asideros le creó una inseguridad tal, que le resultaba tan indescriptible como indeseable.
Todos, en todos los momentos, estamos necesitados de seguridad. Esa seguridad la recibe cada persona de “sus” referencias, que son las relaciones, dependencias o semejanzas de una persona o cosa, con respecto otra. Tienen tal consistencia y capacidad de persuasión estas relaciones, que son capaces de situarnos, dirigirnos o encaminarnos, hacia fines bien determinados, ya que nos generan confianza y seguridad.
El que, no todas las personas, tengan las mismas referencias determina que, cada una, se rija por una escala de valores diferente. Tal es así, que la volubilidad o falta de consistencia de algunas de esas referencias, da lugar a comportamientos cambiantes y superficiales en las personas..
Se suele decir que “de tejas abajo”, todas las referencias son mudables. “La realidad está amenazada por la variación, el cambio, el movimiento o kínesis”, decía Julián Marías. A lo que hay que añadir que la realidad de estas referencias son tanto más volubles, cuanto más materiales son.
No son tan variables las referencias que están en planos superiores a los exclusivamente materiales. En consecuencia, los referentes más elevados, es decir, los espirituales son inmutables y seguros y por tanto útiles y necesarios, tanto, que, cuando se pretende alejar a Dios como referente de la sociedad y de las personas, ante la inseguridad que su ausencia genera, recurren éstas a “videntes” naipes, horóscopos, cartas astrales y similares.
Quizás sea éste un buen momento para reflexionar, para elegir auténticos referentes y reorientar la trayectoria vital de acuerdo con ellos y con la permanente seguridad de su referencia. Cuando menos, sería una forma de aprovechar, positivamente, este tiempo.