La aprobación de la ley que autoriza el matrimonio homosexual en Francia ha provocado incidentes en las calles de París y Lyon. Por otra parte, una campaña publicitaria difundida por una cadena de hoteles ha lanzado un mensaje positivo; ”Nos une el compromiso”. En la imagen aparecen un hombre y una mujer recién casados y, aún con el vestido de boda.
El matrimonio no es solamente un contrato, tiene un aspecto institucional, de orden público, que afecta no sólo a los cónyuges sino a toda la sociedad. Tanto es así que el presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco señala que; “el matrimonio no es un mero contrato, tiene un aspecto institucional, de orden público, que afecta no sólo a los cónyuges sino a toda la sociedad por estar implicadas en el mismo cosas tan importantes como la creación del ambiente idóneo para dar vida y los lazos de paternidad y filiación que afectan profundamente a la configuración básica de la sociedad y a su continuidad en el tiempo. Por eso históricamente, en la formalización del matrimonio, intervienen autoridades públicas del Estado o, en su caso, de las instituciones religiosas”.
El pueblo californiano, a través de un referéndum, ha testificado, públicamente, su voluntad de que el matrimonio sea heterosexual, esto es, entre un hombre y una mujer.
De los 50 estados que forman los EE.UU., únicamente toleran el matrimonio entre personas del mismo sexo, cinco: Massachussets, Connecticut, Vermont, Maine. Y en California, que ha sido abolida la ley por referéndum. El balance actual sigue arrojando una mayoría absoluta de estados que, en sus constituciones, solo aprueban el matrimonio entre hombre y mujer.
La primicia de los últimos tiempos es que, por primera vez, la legitimación del matrimonio homosexual no ha sido por fallo judicial sino por decisión del Parlamento. Así ha sucedido, primero en Vermont y luego en Maine. Sigue siendo verdad, en cambio, que el matrimonio entre personas del mismo sexo, nunca ha sido sancionado por votación popular: hasta ahora, siempre que se ha sometido a referéndum, ha perdido.
Por último, el matrimonio está sufriendo ataques de los que pretenden independizarlo de la ley natural. Ya no se aprueba la protección de la familia y sí normas infames que, al minar las raíces de la sociedad, aceleran su desintegración. La familia es el cimiento de la vida social y civil. El futuro de la humanidad se fragua en la familia.
“El secreto de la felicidad conyugal consiste en exigir mucho de sí mismo y poco de la otra parte”, afirma el dramaturgo francés Albert Guinon.