¿Derecho fundamental?

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Artículo de Emilio Montero Herrero


Hoy el Parlamento Europeo va a votar si se incluye o no el aborto como un derecho fundamental. Los proabortistas europeos quieren aprovechar el impulso del éxito que han tenido en el país galo y hacer lo mismo en toda Europa, como si el aborto fuese lo mismo que la libertad de expresión y la propiedad privada.

Por alguna extraña razón manifestarse favorable al aborto resulta en Occidente la marca incuestionable de ser alguien progresista, moderado y respetable. Los argumentos de este trascendental asunto han sido de tal manera contaminados que se han asimilado como irrefutables verdades sin posibilidad apenas de someterlas a debate.

Dejando aparte el punto de vista religioso y teniendo en cuenta exclusivamente los datos científicos, en el tema del aborto se acumulan enormes errores y falsedades respecto a la realidad biológica del no nacido, como negar que desde la fecundación existe un ser humano; o decir que el embrión es un amasijo de células; o que el hijo es una parte del cuerpo de la madre, etc. La genética, la embriología y los datos de la ciencia señalan que la vida se constituye con la fecundación, al formarse el cigoto, que es cuando se constituye una nueva identidad genética y aparece una nueva realidad corporal. Se trata, por tanto, de una nueva vida, independiente y genéticamente diferente a la madre. Es decir, que la madre es dueña de su cuerpo hasta el momento en que hay otro cuerpo dentro de ella. En ese momento, su libertad se ve restringida al chocar con la de otro.

El concebido de nuestra especie, el cigoto humano, es persona porque es un cuerpo de hombre. Se trata de una sola célula con un núcleo y 46 cromosomas; 23 cromosomas del padre y 23 de la madre. En los estudios realizados en el óvulo humano por científicos de la universidad de Northwestern, en Chicago, Estados Unidos, observaron que en el momento en que el espermatozoide logra entrar en el óvulo, saltan miles de millones de chispas de átomos de zinc. Según la doctora WOODRUFF, una de las autoras del estudio, “puedes ver cómo brilla el zinc al momento de la fertilización”. Este destello brillante se produce en el momento en que el espermatozoide entra el óvulo, debido a que produce una oleada de calcio que desencadena la liberación de zinc del óvulo. A medida que el zinc se dispara, se une a pequeñas moléculas que emiten una fluorescencia que puede ser captada por las cámaras de los microscopios. Una vez más, la ciencia no está haciendo sino corroborar que la vida humana comienza desde el momento mismo de la fecundación.

Todas las vidas son iguales, argumenta la igualdad, no podemos discriminar a nadie. Pero si llegamos a elegir entre una vida y otra vida significa que una es más importante que la otra. ¿Será que, aunque todos somos iguales, unos somos más iguales que otros? Igualdad de las vidas, pero si esa vida tiene menos de 14 semanas, da igual lo que haga la mujer, tan igual que no tiene que dar explicaciones a nadie, ni siquiera al padre. En resumen, igualdad de todos ante el derecho a la vida, sí, pero no siempre. Sólo se me alcanzan dos contextos muy complejos: cuando con el aborto se salva la vida de la gestante o cuando se priva al feto de una vida plena de sufrimientos inevitables.

En definitiva, que no puede ser un derecho una acción que se encuentra despenalizada hasta ciertas semanas para después, seguir siendo una acción ilegal. También que las leyes que regulen estas acciones para ser justas no pueden ignorar los datos objetivos de la ciencia.

Esta generalización de las leyes del aborto en los países occidentales propiciada e impulsada por la Organización de las Naciones Unidas, no es más que el fruto de una época, una cultura, que pasará por su propia iniquidad. El papa Francisco lo expresó, como siempre de forma magistral, cuando en junio del año pasado se preguntaba por qué cada vez se ven menos enanos por la calle… y decía: En el pasado siglo todo el mundo se escandalizaba por lo que hacían los nazis para curar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo, pero con guantes blancos”.

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