Día de Europa 2020

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Robert Schuman – Alcide de Gasperi – Konrad Adenauer

En este día, las instituciones de la UE quieren rendir homenaje a los muchos europeos que, desde un espíritu de solidaridad, contribuyen a que nuestra Unión supere la crisis del coronavirus.

Hoy se cumplen 70 años de la histórica declaración de Schuman. En un discurso pronunciado en París en 1950, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, expuso su idea de una nueva forma de cooperación política que hiciera impensable un conflicto bélico entre las naciones europeas.

Esa idea era la de una institución europea que mancomunara y gestionara la producción de carbón y acero. Justo un año después se firmó el Tratado por el que se creaba esa institución. La propuesta de Schuman se considera el comienzo de lo que es hoy la Unión Europea.

La pacificación y la unión política de Europa, como legado del siglo XX y proyecto esencial a un ideal de vida plena en el XXI, es obra de políticos de inspiración cristiana como lo era Schuman. Europa ha sido capaz de materializar institucionalmente ese proyecto gracias a que la identidad cristiana era la columna vertebral del actuar de esos políticos, y no una mera adjetivación, o una mención simbólica. Esos políticos recrearon y refundaron Europa porque eran cristianos, y perseguían la justicia social y la paz. Y si la reconstrucción de la democracia y la integración de los pueblos de Europa es el más fecundo de los frutos de la historia de Europa durante la segunda mitad del siglo XX, es gracias a políticos que decidieron serlo en respuesta a una inequívoca vocación de seguimiento de Jesucristo.

En las últimas décadas, se ha procedido al reconocimiento de la portentosa contribución de los denominados «padres fundadores» a la construcción europea. La grandes figuras fueron las de Alcide de Gasperi, primer ministro de Italia entre 1945 y 1953, Konrad Adenauer, canciller alemán entre 1949 y 1963, y Robert Schuman, presidente del consejo de ministros francés entre 1947 y 1948, y ministro de Asuntos Exteriores desde 1948 a 1953, entre otras responsabilidades desempeñadas por los tres grandes líderes católicos, de cultura fronteriza, y amistad tardía, compartida en la lengua alemana que conocían y amaban. Posteriormente se ha tendido a unir a estos prohombre la influencia del liberal francés Jean Monnet, primer presidente de la CECA, pero que jamás obtuvo ninguna responsabilidad política por elección popular, y Paul-Henri Spaak, socialista valón, primer ministro belga entre 1950 y 1954 cuando, rozando los cristiano-demócratas la mayoría absoluta, una coalición de socialistas y liberales le aupó a las funciones ejecutivas.

La realidad es que el milenario proyecto político de la Unión Europea sólo fue posible cuando políticos cristianos lideraron a Francia, Alemania, e Italia. La historia política de Europa desde 1945 demuestra que, a más cristianismo, es decir, a más presencia y participación de los cristianos, en cuanto tales, en la vida política e institucional, más democracia. Y también que, a más cristianismo, más Europa.

Igualmente, tiende a no recordarse el protagonismo político de líderes cristianos como Helmut Kohl, Wilfried Mertens, Richard von Weizsäcker o el propio Jacques Delors, en la Europa del Acta Única (1985), y de los Tratados de Maastricht (1992) y de Amsterdam (1997), así como de figuras como Lech Walesa, József Antall, Tadeusz Mazowiecki y Bronislav Geremek en los procesos de transición y consolidación democrática en Europa Central y Oriental tras el fracaso del estalinismo. Y no se analiza la decisiva contribución de los papas a la consolidación de la paz, la democracia y la unidad europea, al menos, desde Benedicto XV. Y, muy singularmente, el impulso gigantesco, histórico, todavía no medible por vecino en el tiempo, aportado por San Juan Pablo II.

Y, aún menos, no se constata la existencia de una formidable sucesión de generaciones de creadores de inspiración cristiana, particularmente en la literatura y en el cine, que integran figuras como Georges Bernanos, François Mauriac, o Robert Bresson en Francia; Heinrich Böll en Alemania; Roberto Rossellini y Vittorio de Sica en Italia; y John Tolkien, Clive Staples Lewis, Graham Greene o Evelyn Waugh en las Islas Británicas. Creadores que vienen a dotar a la opción cristiana de una presencia integral en la configuración de la conciencia europea contemporánea.

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