Hoy en todos los colegios se han realizado diversas actividades lúdicas y plásticas para meter en los corazones de nuestros escolares la necesidad de ser personas pacíficas y no violentas.
Hoy día es más necesario que nunca inculcar, desde la más tierna infancia, a nuestros escolares y jóvenes esos valores, pues a diario comtemplan a través de los medios de comunicación los horrores de la guerra y como el pueblo ucraniano está siendo masacrado.
Por otro lado, ante atentados como el que hemos sufrido hace unos d´ías, en que ha sido asesinado un pobre sacristán y en el que se ha intentado matar a sacerdotes, la reacción de jóvenes y adultos no debe ser criminalizar a toda la confesión religiosa, porque uno de sus miembros cometa estas actos graves contra la vida humana. Es un hecho que la mayor parte de los miembros de esa confesión religiosa, son personas que buscan la paz, aunque bastantes en ella se hayan radicalizado.
La actitud que debemos inculcar desde la escuela es la de la sensatez, el sosiego y la no violencia. Es la justicia la que debe cargar con todo el peso de la ley contra el agresor, evitando que se desate el odio colectivo.
Hace muy poco hemos vivido las entrañables fiestas navideñas. En ellas hemos recordado cómo, el eco del canto de los ángeles: «paz a los hombre de buen voluntad», ha llenado el mundo entero, avivando en nosotros una alegre esperanza, sobre todo porque la paz se ha hecho cercana y la podemos contemplar en el rostro de un niño: El es nuestra paz.
El mundo está muy necesitado de paz, cada uno de nosotros, nuestras familias, nuestros lugares de trabajo, los ambientes en los que nos movemos. Por ello necesitamos de ese niño al que los ángeles anunciaron como El Salvador. Sin El todos los esfuerzos por pacificar los corazones son insuficientes