Un estudio de las Naciones Unidas se congratulaba por que los fallecimientos de niños de cinco años habían descendido de unos 12 millones en 1990 a los cerca de 9 millones censados en el año 2008. Este informe que se divulga en la revista mensual “The Lancet”, es la investigación más completa que se ha efectuado en los últimos tiempos. “Las estimaciones previas habían mostrado que la mortalidad infantil tenía una caída lenta y la mortalidad neonatal estaba detenida. Ahora hemos demostrado que los niños están mejor que en cualquier momento de la historia”, revelaba el director de la indagación Julie Rajaratnam.
La muerte de los pequeños disminuye en todo el orbe a un ritmo apresurado, cerca del 2% anual, salvo en algunos territorios del continente africano como Suazilandia, Lesotho o Guinea Ecuatorial. Las mejoras se localizan en los Estados que poseían el mayor índice de mortalidad como Etiopía, Congo, Ruanda y Gambia.
Lo que impresiona de este nuevo estudio es la regresión de los países en el mundo opulento. Estados Unidos y Reino Unido son los que logran pésimos resultados y bajan posiciones respecto a otros ejercicios. Estados Unidos ocupa el lugar 42, en el ranking de mortalidad infantil.
El Reino Unido aparece con la escabechina de niños más alzada de Europa occidental. Los anglosajones han pasado del número 13 en la tabla de 1970 al 33 de este ejercicio. Otros estados europeos, que hace 40 años tenían mayor mortalidad infantil que Gran Bretaña, ahora la superan. En ese grupo están España, Portugal, Austria, Bélgica, Chipre, Alemania, Grecia, Irlanda, Luxemburgo e Italia.
Para Mit Philips, de Médicos Sin Fronteras, aún queda mucho por realizar. Casi todos los niños agonizan por dolencias que son evitables, como la pulmonía o las enfermedades intestinales. “La mejora de la salud infantil también pasa por contar con mejores servicios de salud, no sólo por administrar vacunas o poner mosquiteras”, afirmó Philips.
La crueldad contra la subsistencia de millones de chiquillos, violentados a la indigencia, y a la esclavitud es la causa de un infame reparto de los caudales entre los pueblos.