Estoy casada y tengo tres hijos. Recientemente nos hemos cambiados de ciudad. Mi marido trabaja a cierta distancia, en kilómetros, de la nueva ciudad y tiene un trabajo muy absorbente. Cuando llega a casa está muy cansado y de mal humor. El quiere hacer las cosas bien, pero es muy tajante con los niños, dice que no tiene tiempo para darles explicaciones acerca de lo que sus hijos le dicen. Yo, por otra parte lo noto tenso y enfadado. En fin, que como tampoco conozco mucha gente en esta nueva ciudad, me encuentro sola y la vida se me hace cuesta arriba. ¿Qué cree que debo de hacer, porque yo quiero a mi marido y lo que deseo es que cambie esta situación, sobre todo por los niños?
Yo creo que lo primero que hay que hacer es no creerse una victima. Hay que situar lo que les ocurre, dentro de lo normal que puede pasar en un matrimonio. Saber que la vida ordinaria, es la que vivimos. Es en esta- en la vida de cada día- en la que hay que luchar, querer, educar y no en la que fabricamos en la cabeza con nuestra imaginación. Lo que a usted le está pasando, seguro que le ha ocurrido a muchos de nuestros lectores. Quizás, en algunos casos, sin el traslado. Con esto no quiero decir que no entienda lo que le pasa. Lo que le quiero decir es que considerarse una excepción, es muy malo para la solución de los problemas.
Lo que es necesario es que hable con su marido y le diga que procure ponerse en el caso de los niños. Ven a su padre poco, lo esperan con ilusión y cuando lo ven se les muestra cortante y desabrido. Lo que, de seguir ocurriendo, en la medida que los niños crezcan, cada vez tendrán menos ganas de ver a su padre. Estoy seguro de que su marido lo entenderá. Lo importante es decírselo en un momento receptivo, y para eso habrá que tener paciencia y picardía. Las mujeres son sabias a la hora de saber poner a los hombres receptivos.
También sería bueno que le dijera como se encuentra usted, sin hacer un drama, y lo necesaria que es para usted su sonrisa y sus atenciones.
Sería fenomenal que asistieran a un asesor familiar serio, para que les ayudara. No tengan miedo. Mucha gente piensa que ir a que les ayuden, es sinónimo de que las cosas no tienen solución. Realmente es lo contrario. Sería tan ilógico como pensar que toda persona que va al medico quisiera decir que se va a morir pronto.
Hay que aprovechar los nuevos servicios que están surgiendo para ayudar a las parejas. Lo que les pasa, se soluciona con un tratamiento familiar adecuado.
A poner los medios. A evitar la desesperanza, la cual si que es una droga que rompe muchos matrimonios. Porque cuando el ser humano dice de algo que no tiene solución, actúa como si no la tuviera. Al final, lógicamente, como no se han puesto los medios, no tiene solución.
Fuente: José María Contreras