EE.UU.: jóvenes del milenio ante el matrimonio Queremos casarnos, pero no naufragar

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Presentada a veces como la generación que se va a comer el mundo y otras como la generación perdida en sus propias incertidumbres, en los jóvenes del milenio convive la aspiración a casarse y a tener hijos con el miedo a que sus compromisos de por vida salten por los aires. Lo que permite explicar por qué hoy en EE.UU. disminuye el porcentaje de personas casadas y sube la edad media a la que se contrae el primer matrimonio.

Fuente: aceprensa-JUAN MESEGUER

Sobre los jóvenes de la llamada Generación del Milenio –la primera que alcanzó la mayoría edad en el nuevo milenio– se han dicho muchas cosas. Que si les entusiasman las redes sociales y los piercings. Que si son muy sentimentales y poco reflexivos. Que si tienen menos prejuicios ideológicos que sus padres y abuelos…

En un análisis de 2010, el Pew Research Center los presentó imbuidos de un halo de confianza: “Seguros de sí mismos, sedientos de expresarse, tolerantes, optimistas y abiertos al cambio” (1).

Pero este retrato habría que contrastarlo con las conclusiones del estudio Lost in Transition, para entender los temores que suscitan en ellos los proyectos de vida a largo plazo.

El ideal al que aspiran los jóvenes del milenio puede hacer aguas –o, al menos, demorarse en el tiempo– debido a la falta de confianza en su capacidad para establecer relaciones duraderas y al miedo a la ruptura conyugal

Los casados, mayoría por los pelos

El pasado diciembre, el Pew publicó un informe sobre la situación del matrimonio en EE.UU. con dos récords importantes (2). El primero y más llamativo: nunca como hasta ahora había sido tan pequeño el porcentaje de personas casadas. En 1960, el 72% de los adultos (18 o más años) estaba casado; en 2010 sólo lo estaba el 51% de la población adulta.

El nuevo análisis de los datos del censo que ofrece el Pew permite ver que la caída del número de casados es progresiva y constante. El goteo arranca al acabar la década 1950 –considerada en EE.UU. como una “edad de oro” del matrimonio– y no se ha detenido. Basta ver que en 2000 los casados sumaban el 57% de los adultos frente al actual 51%.

El segundo récord: la edad media a la que se contrae el primer matrimonio nunca había sido tan alta para las mujeres (26,5 años) y para los varones (28,7 años). También en este caso la evolución es progresiva. Desde 1960, las edades medias en el momento del primer matrimonio han subido para cada sexo cerca de 6 años.

La conclusión del Pew es pura lógica: de seguir así las cosas, en pocos años las personas casadas en EE.UU. dejarán de ser la mayoría que hoy son por los pelos. Este hito representa de modo simbólico que la institución del matrimonio está perdiendo “cuota de mercado” frente a las uniones de hecho, la soltería y el divorcio, principalmente.

No hay “vuelco ideológico”

Si las personas casadas van camino de dejar de ser mayoría en EE.UU., ¿cabe pensar que se ha producido un cambio profundo en la significación del matrimonio en la sociedad estadounidense? ¿Es que las generaciones más jóvenes están dando la espalda a esta institución?

El informe del Pew muestra que el descenso del número de personas casadas se observa en todos los tramos de edad, pero es más agudo entre los jóvenes. En 1960 el 82% de los que tienen entre 25 y 34 años están casados, mientras que en 2010 ese porcentaje cae al 44%. La situación se empieza a igualar con la de antes a partir de los 35 años, cuando la mayoría de los estadounidenses están casados.

No obstante, los autores advierten que “todavía es pronto para saber si los jóvenes de hoy están abandonando el matrimonio o simplemente posponiéndolo”. En realidad, lo que algunos consideran un vuelco ideológico a favor de la cohabitación parece obedecer más bien a factores socio-económicos.

Así, el informe del Pew destaca que el descenso del número de casados ha sido menos pronunciado entre los adultos con estudios superiores e ingresos más altos. Lo que avala la tesis de que el debilitamiento jurídico y social del matrimonio abre un nuevo frente en la brecha entre ricos y pobres .

Cómo se ven: casados y con hijos

En marzo de 2011, el Pew publicó un informe específico sobre las actitudes de los jóvenes del milenio hacia el matrimonio y la paternidad (3). Pese a la diversidad de pareceres que hay (la muestra es de 2.691 jóvenes de entre 18 y 29 años), se ve que el ideal al que aspira la mayoría es casarse y tener hijos.

En comparación con generaciones anteriores, los jóvenes del milenio son más propensos a ver el matrimonio desconectado de la paternidad. Con todo, son mayoría (el 53% frente al 44%) los que están de acuerdo con la afirmación “un niño necesita tanto un padre como una madre para crecer feliz”.

Además, muchos piensan que no es bueno para la sociedad que cada vez haya más nacimientos fuera del matrimonio: el 63% desaprueba la maternidad en solitario (como decisión voluntaria), y el 34% tampoco ve con buenos ojos el aumento de nacimientos en uniones de hechos.

Y ellos, ¿qué es lo que quieren? Entre los jóvenes que ahora no están casados ni tienen hijos, el 70% declara querer casarse y el 74% tener hijos. Un 25% dice no saber todavía si quiere casarse o no, y un 19% si quiere tener hijos o no. Sólo un 5% rechaza el matrimonio, y un 7% no quiere tener hijos.

Aprensión al divorcio

Pero el ideal al que aspiran los jóvenes del milenio puede hacer aguas –o, al menos, demorarse en el tiempo– debido a la falta de confianza en su capacidad para establecer relaciones duraderas y al miedo a la ruptura conyugal. Es lo que pone de relieve el estudio The Specter of Divorce (4), en donde se analizan las actitudes hacia el matrimonio de 122 jóvenes de 18 a 36 años que viven en uniones de hecho.

Las investigadoras –de la Cornell University y de la University of Central Oklahoma– querían comprender mejor qué hay detrás del rechazo al matrimonio por parte de quienes deciden cohabitar, de un lado, y saber si tenían en mente casarse algún día, de otro. Para ello, entrevistaron en profundidad a los miembros de 61 parejas de hecho residentes en Ohio.

El principal hallazgo es que más de dos tercios de los entrevistados (el 67%) dice elegir la cohabitación por miedo al divorcio. Por un lado, declaran “querer hacer bien las cosas” y casarse una sola vez con la pareja ideal, lo que les lleva a ver la cohabitación como un “período de prueba” antes de hacer el “compromiso definitivo”.

Pero, por otro, les paraliza el temor a tener que enfrentarse a las posibles consecuencias que ellos asocian a las rupturas conyugales (incluso, apunta el estudio, aunque no hayan tenido experiencia del divorcio de sus padres): dolor emocional; estigma social; peleas por la custodia de los hijos; problemas financieros y legales…

La posibilidad de que su matrimonio acabe de esta forma es hoy por hoy para muchos (se estima que en EE.UU. hay 7,5 millones de parejas de hecho, jóvenes o no) un motivo de peso para decidirse por la cohabitación, que siempre permite soltar el lazo sin romper demasiado.

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