Me viene a la cabeza una frase, más bien una reflexión, del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. La leí no hace mucho, en una entrevista publicada en esta casa, en Nuestro Tiempo. Vaya por delante que fue un gran logro de sus responsables acceder y acercarnos a una de las personalidades del nuevo siglo.
La pregunta era casi una afirmación. Buscaba opinión sobre una Europa que ya no es ejemplo de desarrollo y estabilidad política tras el agravamiento de la crisis en el Viejo Continente. Casi nada. Barroso dijo estar preocupado, aseveró que vivimos los momentos más difíciles de la integración europea, pero a renglón seguido añadió: “Sin embargo, no puedo compartir los análisis catastrofistas, que nacen del atractivo intelectual, para mí sorprendente, del pesimismo”. El atractivo intelectual del pesimismo…
Me quedé pensando en esa frase; perfecta para aplicarla a la realidad que nos toca vivir. La más cercana, la que vemos y sentimos. Así que me puse a buscar ejemplos de “atractivo intelectual del pesimismo”. Lo encontramos a todas horas en numerosas tertulias de radio, de televisión, en artículos de prensa, blogs, redes sociales; en animadas charlas con los amigos, la familia… En cualquier sitio se oyen conversaciones sobre la crisis, sus efectos y el drama que supone para tantas familias, para tanta gente. Es fácil hablar de una cuestión que nos envuelve y nos hace expertos creadores de opinión. Una catarsis colectiva que atrapa. Quizá por ello, hablar de cualquier otro asunto es entrar en terreno desconocido, casi olvidado tras años de demonios y sombras.
Pero hay cielo, es azul y está ahí. Como la Unión Europea, azul. Y, a veces, hay que echar la mirada arriba para respirar, sentirse fuerte y ver las cosas de otro modo, con esperanza.
A finales de este año se publicará el Informe Anual de la Profesión Periodística que elabora la Asociación de la Prensa de Madrid. Un diagnóstico sobre la situación laboral de los periodistas españoles que, a la vista de los acontecimientos, no invita al optimismo. El informe de 2012 arrojaba datos demoledores, como el de casi de once mil periodistas en paro. Un desastre.
Sin embargo, la presidenta de esta Asociación, Carmen del Riego, afirmaba este pasado verano que en el informe de este año se va a incluir por vez primera una lista con los medios de comunicación creados por periodistas desde 2008, fecha en la que se sitúa el origen de la crisis económica en España. Aseguraba que ya hay cerca de doscientos inscritos. Muchas de esas nuevas empresas son medios locales, de proximidad, que cubren vacíos generados por los grandes medios de Comunicación nacionales.
En Navarra, además de una prestigiosa Facultad de Comunicación de la que cada año sale una hornada de periodistas, tenemos una suerte de medios de comunicación en prensa escrita, radio y televisión, además de los nuevos formatos digitales, que proliferan con éxito. Y todos bajo un denominador común: informar de lo que ocurre en esta tierra. Un tesoro que debemos cuidar, porque basta echar un vistazo a nuestro alrededor para valorar la enorme suerte que tenemos. Pondré simplemente un ejemplo.
El pasado 18 de septiembre la tinta volvía a imprimir la mancheta del diario La Tribuna de Cuenca. Regresaba a los quioscos cuatro años después de su cierre en julio de 2009. Cuenca, que tiene una Facultad de Periodismo, se había quedado sin prensa local. Ningún periódico para informar de lo cotidiano, de lo cercano. Ninguna referencia para los futuros periodistas. En medio de todo esto, un grupo de comunicación, Promecal, hace su apuesta y pone de nuevo la rotativa en marcha. Devuelve a los conquenses la ilusión. Es, como digo, un ejemplo. Una gran noticia nacida del atractivo intelectual del optimismo.
Ricardo Beitia: director de informativos de Navarra TV