«El hombre aún tiene que aprender a cuidar y la mujer, a mandar»

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FUENTE: ABC

Una mujer que dirige desde hace diez años la Asesoría Central del Opus Dei y elige como serie «The Mandalorian» no es una mujer común. Isabel Sánchez Serrano (Murcia, 1969) lleva desde hace 25 años en las oficinas centrales del gobierno de la Prelatura del Opus Dei en Roma y al frente de su Consejo de mujeres que le asesora en cuestiones femeninas trabaja en los designios de 50.000 mujeres de 70 países.

Así que maneja los términos feminismo y sororidad con soltura. Pero no cree en el antagonismo, ni la confrontación; sino en una sociedad de liderazgo femenino y de construcción mutua. «El hombre tiene que aprender a cuidar; la mujer a mandar. Y hay que decidir –expone–; estamos en una encrucijada vital: o la sociedad del descarte o la del cuidado».

Para quien «cortocircuita» con la institución de la que forma parte, resuelve: «Un buen cristiano siempre será feminista». Con motivo de su trabajo ha visitado más de 50 países, tiene una especial sensibilidad hacia la inmigración («es una gran cicatriz que atraviesa el globo») y relata, en un libro editado por Espasa, «Mujeres brújula en un bosque de retos», las historias de Tiziana Alberdi –directiva de banca que dio un vuelco a su vida y su empresa al observar las necesidades de sus empleados–; o una enferma terminal que muere «en paz tras perdonar al marido que la abandonó hace 25 años». Mujeres que dirigen sus pasos a orientar a otros, señalan el norte en un camino de heroísmo personal y acompañan hasta la meta. Esa es la mujer de Sánchez.

—¿Se considera una mujer rompedora?

—Soy decidida, tenaz y dialogante.

—¿Cómo llega una murciana a un lugar como el que usted ocupa?

—En 1992 me trasladé a Roma para completar mis estudios de Derecho con otros en Filosofía y Teología. Una vez allí, comencé a colaborar en el consejo que asesora al prelado del Opus Dei en diferentes cuestiones y en el 2010 el entonces prelado, Javier Echevarría, me pidió dirigir este consejo y acepté.

—¿Por qué existe un organismo así dirigido por una española y es un hecho tan desconocido?

—Este es un puesto de colaboración y servicio; no suele dar titulares…

—Promulga un feminismo de unión e igualdad sostenible entre hombre y mujer. ¿Cuál es la política de cuidados que defiende en casa, por ejemplo?

—Me parece que la sociedad del siglo XXI necesita una estructura laboral que permita a los hombres y mujeres cuidar y atender a su familia. Eso pasa por una racionalización de horarios; por políticas que favorezcan la paternidad y la maternidad; por la dignificación y mejor retribución de los trabajos en el hogar.

—¿Qué recetas tiene para la corresponsabilidad en las labores domésticas?

—Por lo que he visto, en España se ha avanzado bastante. La pandemia ha puesto más de manifiesto que el proyecto familiar lo sacan adelante el hombre y la mujer. Aun así, las mujeres que durante la crisis han trabajado en remoto y conviven con otras personas han tenido un 29% más de responsabilidad de cuidado de dependientes que los hombres. No se trata de entrar en reivindicaciones mutuas, sino de hacernos buscar soluciones.

—Aconseja que la mujer sea más ambiciosa en el trabajo. ¿Ambición?

—La ambición es buena, cuando lo que se busca es servir más y mejor. Hay que dejar de lado el pudor que a veces nos impide mostrar que aspiramos a más y superar la falta de autoestima que tantas veces nos paraliza.

—Dice que su libro no va a encajar con el pensamiento de mujeres del Opus. ¿Hay algo en la Obra con que no comulgue, que esté obsoleto?

—Son mis reflexiones y entiendo que mujeres y hombres del Opus no piensen como yo. La Obra es una institución en aprendizaje. Hay cosas que históricamente se han hecho de un modo y ahora requieren una nueva mirada.

—¿Hay temas tabú en el Opus a los que habría que dar mayor transparencia?

—No me consta que haya temas tabú. Creo que en la Iglesia y en el Opus Dei se está haciendo un proceso de transparencia y mejor comunicación (web, redes sociales, etc). También aquí estamos en aprendizaje y es posible que las cosas se puedan hacer mucho mejor.

—El papel de la mujer en la Iglesia sería uno y no se aborda con ganas…

—A los cristianos corrientes corresponde abrazar un verdadero compromiso social con el mundo: esa es su más valiosa aportación a la Iglesia.

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