–Un periodo crucial en la vida de una persona: Tal vez la palabra misma noviazgo esté hoy día en crisis en algunos ambientes. Es cierto, mucha gente prefiere usar en su lugar otras menos “comprometedoras”, como “mi pareja”, “mi chico”. No cabe duda de que, en muchos ambientes, existe un gran miedo al compromiso.
Nosotros pensamos que hay que devolver a esta palabra todo su valor y sentido más profundos. No exageramos si afirmamos que el noviazgo es uno de los periodos más importantes en la vida de una persona. Es una etapa en la que uno se prepara para tal vez lo único que hay para siempre en esta vida: el matrimonio, de manera que se convierte en un momento de suma trascendencia en nuestra vida.
–Qué es y qué no es el noviazgo: El noviazgo no es una mera amistad profunda, ni un simple sentirse a gusto con la otra persona, no. Es el periodo en el que uno se plantea con radicalidad si quiere pasar el resto de su vida unido a esa persona, de modo total e incondicional. Es una fase de preparación, en la que hemos de aprender a amar a esa persona.
En el lado opuesto, el noviazgo tampoco es una relación prematrimonial, de manera que no se deben cobrar “anticipos”.
–Del enamoramiento al amor: El enamoramiento supone un cambio en nuestro centro gravitatorio: alguien que no está enamorado de nada ni de nadie, sólo puede vivir para sí mismo, y su vida no puede verse colmada ni alcanzar la plenitud; en tanto que una persona sinceramente enamorada vive por y para su objeto de amor, buscando su bien a costa de cualquier sacrificio.
El ser humano está llamado a realizarse solamente en el amor. El hombre necesita amar y entregarse, pero cuando no ama lo que merece la pena ser amado, acabará entregándose al vértigo de experiencias que al final le dejarán vacío (el dinero, el placer, el bienestar, etc). Decía san Agustín: Si quieres conocer de veras a un hombre, no le preguntes qué piensa, sino qué ama.
El enamoramiento es una experiencia mágica y única, inexplicable desde la más pura racionalidad. Uno no elige deliberadamente de quién se enamora, simplemente se “topa” con una pasión irrefrenable que, si no es correspondida, le acarrea un gran sufrimiento interior.
El enamoramiento transforma nuestra percepción de las cosas. Sin embargo, este amor, que a menudo se ha llamado amor romántico, es aún un poco superficial e inmaduro. Y lo es porque se basa en la experiencia sensorial y en el sentimiento. El estado afectivo en el que a menudo están inmersas las personas que pasan por este proceso se denomina en psicología catatimia. Con este término se alude a la deformación inconsciente que elabora nuestra afectividad con el fin de acercar la realidad a sus deseos. Esto hace que veamos a esa persona de un modo idealizado. Por otro proceso paralelo, llamado proyección atributiva inconsciente completamos, sin darnos cuenta, los aspectos desconocidos de esa persona con los atributos que los enamorados deseamos que tenga, con lo cual la idealizamos más todavía. Este tipo de experiencias se producen en las personas en el margen de edad que media aproximadamente entre los quince y los veinticinco años.
Con el tiempo, este amor romántico va perdiendo intensidad, como es lógico, y van apareciendo los primeros “síntomas de realidad”, que se concretan en las naturales dudas, discusiones, desilusiones, incomprensiones, etc. Entonces es cuando el amor va madurando, porque pasa a ser un acto querido por nuestra voluntad. Es lo que tantas veces se ha dicho, que el amor consiste en querer querer.
Mucha gente asocia la ausencia de sentimiento a la ausencia de amor, y confunde amor con pasión, y eso es un enorme error, que les lleva a romper y contraer relaciones constantemente, y a vivir en una permanente adolescencia e inmadurez. Esta inmadurez colectiva es uno de los fenómenos más preocupantes de nuestra sociedad actual.
-¿Qué diferencias existen entre el amor y el enamoramiento?
ENAMORAMIENTO
• Se experimenta como involuntario.
• Elaboración más irracional.
• Deseo de posesión y celos.
• Experiencia afectiva muy intensa pero superficial
• Comportamiento ambivalente (amor-odio)
• Imprevisión
• Inconstancia
• Conductas inmaduras
• Da inestabilidad emocional.
• Gran subjetividad en la apreciación.
• Gran importancia de lo físico.
• Proyección a corto plazo.
AMOR
• Se experimenta como voluntario.
• Elaboración más racional.
• Deseo de dar y compartir.
• Experiencia afectiva menos intensa pero más profunda.
• Comportamiento más definido.
• Planificación.
• Constancia.
• Conductas más maduras.
• Proporciona estabilidad emocional
• Bastante objetividad en la apreciación.
• Lo físico pasa a un segundo plano.
• Proyección en el tiempo.
– Un proceso de mejora personal: El amor saca lo mejor de cada uno de nosotros, y al mismo tiempo nos impulsa a crecer y a mejorar como personas (recordemos a este respecto la doble naturaleza del amor según el mito platónico). Quien no esté dispuesto a entregarse de veras, está absolutamente imposibilitado para amar de verdad. Pero para poder entregarse, antes hay que ser dueño de uno mismo, es decir, tener una madurez personal suficiente como para plantearse la exigencia del compromiso de autodonación que el matrimonio implica. Hemos de esforzarnos por mejorar para así poder ofrecer al otro algo realmente valioso.
Por otra parte, el amor exige de suyo toda una serie de “ingredientes”, como son la fidelidad, la exclusividad, la incondicionalidad, el sacrificio, la comunicación, etc., y no podemos adulterar su contenido para convertirlo en un sucedáneo de lo que debe ser.
– Con la mirada puesta en el futuro: El noviazgo sólo tiene sentido si se entiende como un proyecto con intencionalidad de futuro. No es, por lo tanto, un mero vivir el presente sin interés por comprometerse. El amor de verdad es comprometido o deja de ser amor. Es una etapa transitoria que tiende por su misma naturaleza a convertirse en compromiso de por vida. Por eso no tiene mucho sentido alargar un noviazgo de modo innecesario. El mejor síntoma de la buena salud de un noviazgo son las ganas de casarse.
Su meta es el matrimonio, pero éste a su vez es el punto de partida de otra aventura mucho más gratificante todavía, y no debe entenderse como una cima o punto de llegada, como ocurre en las películas y en los cuentos: “No me caso contigo porque te quiera, sino para poder quererte más”.