Ante la audiencia del Papa Francisco a Barack Obama –la primera vez que hablan en persona–, algunos comentarios han subrayado la especial sintonía que puede existir entre ambos. Hay más bien poca, dicen, entre el presidente estadounidense y la jerarquía católica de su país, como se ve en la discrepancia sobre el aborto o el matrimonio homosexual; pero el actual Papa no quiere insistir en esos temas, y otros que toca más, como la promoción de la mujer y la lucha contra la desigualdad y la pobreza, son asimismo muy queridos para Obama. También el enfoque compasivo y pastoral del Papa lo acerca al presidente.
FUENTE: ACEPRENSA
En sus tomas de postura, los obispos norteamericanos han discrepado tanto de conservadores como de liberales
No faltan, desde luego, coincidencias entre los dos. Pero hay que verlas en concreto y en su contexto, sin generalidades ni estereotipos. No es raro, sobre todo en Estados Unidos, contraponer la actitud abierta y acogedora del Papa actual con la intransigencia de los obispos del país, empeñados en las “guerras culturales” al lado de los republicanos (se puede ver un ejemplo en el New York Times).
El tópico no encaja
En realidad, los obispos norteamericanos no son tan fáciles de encasillar. Debe de ser por alguna obsesión que se los califique casi solo por sus pronunciamientos en cuestiones relativas al sexo. Sobre el aborto y el matrimonio gay está claro lo que sostienen: lo mismo que Francisco, aunque él ha hablado menos de todo eso. De hecho, el mayor motivo de fricción en el último año es la decisión del gobierno de Obama –en el reglamento de la reforma sanitaria– de obligar a los empleadores a sufragar anticonceptivos dentro del seguro médico para los empleados (cfr. Aceprensa, 9-07-2013). Pero los obispos tratan otros asuntos, y quien los examine verá que la división de bandos no responde al tópico.
Si el Papa y Obama se preocupan por la marginación social, con ellos está la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, que se ha opuesto públicamente al recorte de subvenciones a los pobres y de la ayuda al desarrollo (cfr. Aceprensa, 18-09-2013). “Es moralmente inaceptable que nuestra nación busque el equilibrio presupuestario a costa de los pobres del país y del extranjero”, dijo en una carta a los congresistas que no concuerda con la postura republicana.
También discrepan los obispos de los republicanos respecto a los inmigrantes ilegales, de quienes se han hecho principales defensores (cfr. Aceprensa, 16-01-2014). Quieren una reforma que abra, a los que trabajan en el país sin los papeles en regla, la posibilidad de adquirir la nacionalidad, cosa que el G.O.P. no admite. Pero en esto se han enfrentado también a Obama, presidente del gobierno que más extranjeros ha expulsado (unos dos millones en sus primeros cinco años, tantos como en los dos mandatos de George Bush Jr.). The Economist llama a Obama el “Deportador en Jefe”. En la víspera de la audiencia a Obama, una delegación de hispanos de Estados Unidos ha pedido al Papa en una carta que interceda para que el presidente ponga fin a las expulsiones.
Hay más temas sociales abordados por los obispos de Estados Unidos. Han reclamado más atención al cambio climático; se han pronunciado repetidamente contra la pena de muerte; han abogado por los presos de Guantánamo; hablan con frecuencia de la promoción del empleo y del salario mínimo; piden medidas para que todos tengan vivienda digna… Sin perjuicio de sus intervenciones sobre la cultura de la vida o la sexualidad, da la impresión de que, en conjunto, son más proclives a las posturas progresistas.
Sería una impresión superficial, tanto como la que los coloca en el lado de los conservadores implacables frente al liberal Obama o al comprensivo Francisco. Los obispos tratan temas que también ocupan a los políticos pero desde otro plano; como se ve en la enumeración anterior, sus posiciones no encajan en las categorías de izquierda y derecha. Ningún bando puede decir que los tiene de su parte.
Por eso mismo, tampoco la entrevista del 27 de marzo entre Francisco y Obama sirve para que alguien se apunte interesadamente un tanto. La sintonía que tienen en distintos temas no anula las diferencias, pero es bueno que se entiendan lo más posible dos personalidades que, cada una según su misión, pueden hacer mucho por el bien de todos.
Finalmente, la entrevista fue muy cordial. Según el comunicado de la Sala de Prensa vaticana, Obama y el Papa hablaron sobre el respeto a las personas en los países donde hay enfrentamientos y cómo promover soluciones pacíficas; posiblemente mencionaran el caso de Siria, al que Francisco se ha referido numerosas veces. También trataron, prosigue la nota, de asuntos de especial relieve para la Iglesia en Estados Unidos: “el ejercicio de los derechos a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia”. En ese capítulo se pueden incluir la inclusión de los anticonceptivos en la cobertura sanitaria obligatoria, el aborto, la pena de muerte –aunque es una cuestión de los estados, más que del gobierno federal– o las dificultades de los hospitales católicos cuando se oponen a prácticas que consideran inmorales. Otros temas de la conversación fueron la reforma de la ley de inmigración y el esfuerzo para erradicar la trata de seres humanos
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