En el día mundial del niño down

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El pasado  21 de marzo celebramos el día mundial del síndrome de down. Este síndrome no es una patología, no es ninguna enfermedad. El niño down es simplemente un niño diferente.

Una sociedad que busca como ideal la perfección no deja espacio para el que es distinto. En otro tiempo hubiéramos dicho que se trata de los seres humanos más frágiles, más vulnerables y, por tanto, más necesitados de ayuda. Los niños con síndrome de Down son cada vez menos frecuentes, ¿dónde están?  La respuesta es que no nacen. Las técnicas de diagnóstico prenatal no se encaminan a dar oportunidades al que se diagnostica de enfermedad en el seno materno -pocas veces es así-, sino a evitar que nazca. La clave no está en desistir de los avances técnicos, sino en entender la radicalidad -¡la bondad!- que significa cada ser humano, aunque sea distinto. La defensa de los más vulnerables es la mejor medida de la calidad de una sociedad.

Hemos de esforzarnos en ver en el «niño diferente» al «niño igual». Igual porque su dignidad es la misma. Igual porque, como nosotros, también sufre y goza con nuestro mundo.

El periodista Andrés Aberasturi, profundo conocedor de las maravillosas cualidades de su hijo down, dirigió una carta replica a Rosa Regás por su furibundo ataque al fallido intento de ley de aborto de Gallardón. Entre otras razones se decía lo siguiente:

«Rosa Regás debería rectificar cuando asegura que «las (mujeres) europeas ya tienen ese problema solucionado de no querer dar vida a quien no podrá disfrutarla.» ¿Qué sabe Rosa Regás de eso? ¿Qué sabe Rosa Regás de la risa abierta de mi hijo, de su paz cuando duerme, de su mirada llena de luz cada mañana, de lo que le hemos podido dar y de todo lo que él no ha dado? ¿Cómo se atreve Rosa Regás a generalizar y afirmar que mi hijo -y tantos hijos- no pueden disfrutar de la vida? ¿Con que derecho dice tales cosas? ¿Con qué base científica? ¿Con qué permiso?

Pero siendo esto ya una temeridad por parte de la escritora, no es lo peor. Insisto que, al margen de su postura a favor del aborto, que puede o no ser compartida por más gente, doña Rosa Regás comienza su artículo/pastiche con un gravísimo desprecio hacia todos los discapacitados, incluso a los que llegaron a esa situación de una forma sobrevenida y no en el parto o la gestación porque la Regás no hace distinciones y se lamenta de «que sea el señor Ruiz Gallardón el que tenga que decidir si una mujer ha de dar a luz un monstruo».

Lo rescribo entre el asombro, la perplejidad y el asco: «antes de dar vida a los monstruos». Naturalmente me faltan palabras para expresar lo que sentí al leer semejante panfleto desde mi agnosticismo y sólo entrando en el calificativo que Regás dedica a los discapacitados. No puedo creerlo. Porque el problema no es que defiendas el aborto en casos de malformación que puede ser algo discutible; el problema, Rosa Regás es que califiques de «monstruos» a tantos seres inocentes que, en contra de lo crees, disfrutan en la mayoría de los casos de la vida y del amor de quienes les rodean.»

Aconsejamos ver el vídeo de la campaña de Down España por el Día Mundial del Síndrome de Down 2015. Cuando contemplamos el amor mutuo de madres e hijos down sobran las palabras.

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