¿En qué situaciones concretas debemos poner límites a la conducta de nuestros hijos?

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ninos educacionCreemos que son muchas las posibles situaciones que en la vida cotidiana se nos pueden plantear. En realidad, es la conducta integral de una persona la que debe someterse a los límites del bien y de la corrección, en todos los ámbitos en los que ésta interacciona: la familia, los estudios, el trabajo y las relaciones sociales.

Lo importante es que los hijos, poco a poco, en su natural proceso de maduración personal, vayan asumiendo como propios y naturales esos límites que hacen posible que podamos convivir en un clima de respeto y armonía. Ahí se demuestra su nivel de madurez: las personas que se rebelan contra el bien moral que la vida les exige cumplir, en el fondo, son personas inmaduras, aunque sean mayores de edad.

Son muy numerosas las posibles situaciones en las que los padres debemos actuar para marcar unos límites a la conducta de los hijos. Vamos a señalar las que creemos que son más habituales y más importantes:

• Niños que insultan, pegan, arañan o muerden a otros.
• Niños que contestan o insultan a sus padres: eso es algo que jamás debemos consentir.
• Niños que pegan a sus padres, y éstos les ríen la gracia (“Total, como son pequeñitos y no saben lo que hacen…”)
• Niños que no dejan a los demás jugar con sus cosas.
• Niños que piden las cosas de mala manera y con exigencias.
• Faltas de respeto y obediencia a los profesores.
• Falta de respeto a las personas mayores en general.
• Maltratar o abusar de otros niños más débiles desfavorecidos en el colegio.
• Dramas y discusiones a la hora de comer: hay niños que se niegan a comer solos; otros que no lo hacen si no les pones unos dibujos animados; otros que solo comen lo que les gusta; otros que protestan airadamente cuando la comida que toca hoy no les gusta; otros que comen cuando les da la gana a ellos; otros que se atiborran de chuches y luego no tienen hambre……
• Tenemos visita en casa y el niño se pone a alborotar y a portarse de manera inhabitual para llamar la atención y demostrar que está ahí.
• La pesadilla que puede suponer el tener que ir con él de compras al supermercado o bien a Misa, o de tener que esperar un rato en la sala de espera del médico…
• Tiene dos o tres añitos y no hay manera de que se eche la siesta después de comer.
• Toca cosas que sabe que no debe (la cocina, el DVD, las herramientas…)
• Llega la hora de acostarse y no quiere: se hace el remolón y te pide que le cuentes catorce cuentos; luego, una vez acostado, sale cinco o seis veces a decirte que quiere agua, que tiene miedo, a preguntarte qué vamos a comer mañana, dónde está el osito de peluche…
• Aparece como por arte de magia a mitad de la noche en la cama de los padres.
• Interrumpe las conversaciones de los mayores.
• Nos metemos en el coche y empieza la guerra con sus hermanos (sobre todo en los trayectos largos) y nosotros nos vamos poniendo más y más nerviosos…
• Organiza auténticos dramas por tener que separarse de mamá cuando ésta se va a trabajar y le deja en casa o en la guardería.
• Tensiones por la mañana, porque el niño no hace lo que él sabe perfectamente que se debe hacer (vestirse solo, desayunar en el tiempo previsto…), y nos ponemos más y más nerviosos porque no llegamos al trabajo o al colegio.
• No es capaz de cortar con la tele o los videojuegos, y los pide a todas horas.
• Exige a sus padres que le compren muchas cosas innecesarias.
• Los deberes escolares: son lo primero que se debe hacer por la tarde al llegar a casa después de merendar. No se debe permitir que los hagan en otro momento, por mucho que nos pida “¿Por qué no puedo jugar un poco y luego hago los deberes?”
• Se porta mal en clase y los profesores se quejan de su conducta.

Pablo Garrido

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