Enero 2010: mes-escaparate

Apenas se han apagado los ecos de la última campanada de las doce con las que acababa 2009 y, sin apenas darnos cuenta, cabalgamos a buen ritmo, sobre la última semana de este enero de 2010.

Un enero no muy diferente de lo que esperábamos, en lo que tenía de previsible, pero que con lo inesperado nos ha salpicado, nos ha empapado, de dolor. Entre lo previsible, las rebajas y los escaparates que muestran lo que se ofrece.

Unos escaparates, los de enero, que me parecen los más feos y tristes del año, una vez vueltas a su lugar las alegres y vistosas galas navideñas, sustituidas por enormes carteles anunciando rebajas “sin precedentes”.

En lo imprevisible, también este enero se ha convertido en amplio escaparate: de catástrofe y destrucción; de tragedia y de dolor, del que todos, hemos participado. Pero sobre todo, ha sido magnifico escaparate de lo mucho bueno que el hombre es capaz de realizar.

En él hemos visto junto a tragedias sin cuento la respuesta, de países y entidades, hecha realidad en la presencia y el esfuerzo de muchas personas que, trabajando sin descanso, si ya no las podían evitar, al menos trataban de aliviarlas.

Un escaparate el de este enero, en el que vimos ansia y angustia por llegar hasta el fondo de los escombros, que se deshacían en lágrimas y risas al sacar de entre ellos, personas con vida. Escaparate en el que pudimos admirar, la fortaleza del ser humano, su capacidad de resistencia y la grandeza de sus posibilidades si, con generosidad y olvidado de sí, como en esos momentos, pone todo su empeño en una tarea noble.

Enero, mes – escaparate. Este de 2010 nos ha mostrado lo mejor del ser humano, personificado en quienes han estado en Haití en tan dolorosos momentos.

Su vista, ha contribuido a activar la solidaridad de incontable número de personas que, desde distintos y desconocidos rincones del mundo, han querido y quieren colaborar en su reconstrucción, con la aportación de lo que su economía les permite.