Se celebró no hace mucho la V Cumbre Mundial del Microcrédito inaugurada por La Reina Doña Sofía. El profesor y premio Nobel de la Paz, Fundador del Banco Grameer, Mohammad Yunus afirmó que “existe un enorme poder en las nuevas generaciones para crear un mundo sin pobres”.
Millones de hogares a lo largo de todo el orbe viven en el umbral de la pobreza, necesitan dinero para iniciativas empresariales, alimentos, vivienda, educción e higiene. Con la finalidad de alcanzar los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas y reducir a la mitad la población con ingresos inferiores a un dólar diario, este tipo de préstamos son “absolutamente indispensables”. “No hay duda”, señaló Doña Sofía.
Son emprendedores de un programa de microcréditos en especie, puesto en marcha en pequeñas comunidades campesinas de Yauyos, en los Andes centrales del Perú. Lucy Dorotea, una humilde campesina con problemas de movilidad que con el proyecto ha conseguido mejorar su producción de miel y su distribución.
En la actualidad, la iniciativa se está ejecutando gracias a emprendedores solidarios que han apostado por apoyar a otros emprendedores con menos posibilidades. La idea responde a las necesidades reales de pequeños apicultores, ya que se les entregan los utensilios y materias primas para mejorar la calidad de la miel que producen y aumentar su cantidad.
Después devuelven el importe con un bajo interés y en pequeños plazos. De esta forma pueden destinar más al crecimiento de la actividad. Además, y lo que es más importante, los apicultores también reciben formación y asesoría.
La Fundación Mainel pretende seguir elevando los fondos para microcréditos. Puede ser un fondo unipersonal, es decir, una persona sola se encarga de la donación necesaria para una nueva línea de crédito; o puede ser un fondo conseguido a través de la unión de varias personas, o un fondo aportado por una empresa como expresión de su RSC. (Responsabilidad Social Corporativa).
El único requisito para ser un emprendedor social consiste en aspirar serlo. Para cambiar el mundo en el que vivimos no es necesaria una gran revolución, un pequeño gesto puede convertirse en la solución de graves problemas.
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