España está a la cabeza de los países más abortistas. Según la UE, es el Estado europeo donde más se ha incrementado esta práctica en la última década: un 75 por ciento entre 1994 y 2004. El aborto legal nunca sale gratis, aunque lo cubra la Seguridad Social. Te arruina por dentro, donde más duele.
Secuencia de un aborto: la mujer acude a la clínica. Está a tope. En la sala espera a que la llamen. Cuando oye su nombre, va a una habitación donde le toman una muestra de sangre y le hacen una ecografía que precise las semanas de embarazo.
Comprobadas las semanas o meses de la criatura, un psicólogo recibe a la embarazada y la tranquiliza, porque el aborto «no tendrá consecuencias psicológicas». Luego el internista escribe el historial clínico. Confirmado el sí, la mujer abona el importe. Recibe a cambio una factura que certifica que el servicio prestado ha sido una Interrupción Legal del Embarazo.
Y llega la hora A del aborto. Trasladada a una salita, espera su turno. «Abortamos de cuatro en cuatro. Fue tan frío como entrar en una fábrica de tornillos. Cuando desperté me sentí fatal pero todo había pasado. Me pidieron que me bajara la ropa interior en medio de la sala para comprobar que no manchaba. Después, me hicieron andar por si me mareaba, me dieron un caramelo y a casa. Fue tan frío y humillante que no volvería a hacerlo». Es la confesión de una mujer a un diario de tirada nacional.