Hipocresía ante la intimidad violada

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El robo y divulgación de fotos de desnudos de algunas celebridades ha merecido la repulsa de los medios de comunicación. Sin embargo, otros tipo de invasiones de la intimidad son aceptadas e incluso merecen felicitaciones. Brendan O’Neill señala este doble rasero en Spiked.

Hay un masivo doble rasero en el escándalo de los medios de comunicación. Hace pocos días, la prensa examinó minuciosamente los mensajes privados intercambiados entre dos directivos del fútbol británico, y los utilizaron para forzar a los dos hombres a dimitir. Antes de eso, el exdirectivo del baloncesto norteamericano Donald Sterling fue sometido a un ridículo mundial a raíz de una conversación telefónica interceptada en la que decía algo peyorativo para los negros.

Algunos de los mismos comentaristas que se escandalizan ante el pirateo de fotos de celebridades aprobaron entusiásticamente el pirateo de las conversaciones privadas de esas personas. Pueden decir que es peor divulgar una foto de una celebridad desnuda que un comentario embarazoso, y tendrán razón.

Pero el principio violado en ambos casos es el mismo: concretamente, que un individuo debe ser libre para pensar, decir y posar como quiera en privado, sin estar sometido a la mirada y al juicio ajeno.

La increíble situación actual es que si el célebre hacker hubiera descubierto y publicado un vídeo privado de una conocida actriz diciendo algo racista u homófobo, habría sido felicitado como un heroico denunciador de prejuicios en vez de ser calificado de pervertido.

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