INTRODUCCIÓN
Stephen W. Hawking, trabaja en la cátedra Lucasian, de Cambridge, de matemáticas, donde realizaron sus investigaciones y su docencia científicos como Newton, Maxwell y Dirac. Ha realizado importantes contribuciones en cosmología. En especial al desarrollo de las teorías de los agujeros negros.
Su conocido libro, HISTORIA DEL TIEMPO (del big bang a los agujeros negros) fue editado en 1988, por Editorial Crítica, Barcelona consta de 245 páginas.
En algunos ambientes se le considera un científico excepcional, de la talla de Newton o de Einstein. En las contraportadas del libro se puede leer: «…considerado el mayor genio del siglo XX después de Einstein…» y «…uno de los pensadores más influyentes de nuestra época…». Pienso que nos falta perspectiva histórica para poder afirmar o negar estas cosas. Quizá se pueda decir que es un gran científico, uno más, de los cientos o miles que hay ahora en el mundo dedicados a resolver los problemas que tiene planteados la cosmología. El tiempo, a lo largo de su historia lo dirá.
A los pocos meses de la publicación estuvo presentando su libro, en el Museo de Barcelona. Allí lanzó una predicción: «estoy convencido de que habrá una teoría unificada antes de finales de siglo».
Con relación a esto, quiero recordar que en 1900 decía Lord Kelvin: «no hay nada nuevo por descubrir ahora en física. Todo lo que queda es realizar medidas más y más precisas», o las palabras de Max Born en 1928: «La Física, tal como la conocemos, estará acabada en seis meses». Tal vez, la ciencia, nunca sea una obra acabada totalmente, ya que cada avance científico viene acompañado por nuevos interrogantes más profundos y complicados que los anteriores.
El premio Nobel Carlo de la Rubia decía en 1984: «a finales del siglo pasado, los científicos pensaron que la física casi se había completado, y solamente había que añadir algunos detalles que faltaban. Deberíamos aprender de la historia que no es muy inteligente pensar que pronto tendremos una Teoría para todas las cosas. Es muy probable que la Naturaleza aún nos guarde sorpresas».
El, también premio Nobel Jhon C. Eccles declaraba: «una insidia perniciosa surge de la pretensión de algunos científicos, incluso eminentes, de que la ciencia proporcionará pronto una explicación completa de todos los fenómenos del mundo natural y de todas nuestras experiencias subjetivas… Esta extravagante y falsa pretensión ha sido calificada irónicamente por Popper como «materialismo promisorio». Es importante reconocer que, aunque un científico pueda formular esa pretensión, no actúa entonces como científico, sino como un profeta enmascarado de científico. Eso es cientifismo, no ciencia, pero impresiona profundamente al profano, convencido de que la ciencia suministra la verdad. Por el contrario, el científico no deberá pretender que posee un conocimiento cierto de toda la verdad. Lo más que podemos hacer los científicos es aproximarnos más de cerca a un entendimiento verdadero de los fenómenos naturales mediante la eliminación de errores en nuestras hipótesis.
El objetivo de Hawking es encontrar la respuesta al «por qué» de la existencia de toda la materia, intelecto y voluntad, basado en una ciencia: la física. Afirma: «… se cómo nació el universo, ahora quiero saber el por qué…». La física, como ciencia experimental está capacitada para responder a cuestiones acerca del «cómo» se producen determinados procesos, relaciones entre sucesos, describir propiedades de la materia, encontrar leyes de la naturaleza, pero partiendo siempre de algo ya existente. El día 8 de febrero de 1998, un mes antes de la aparición del libro en «Time» se publicaba una biografía suya y resaltaba su pregunta «¿qué sitio queda entonces para un creador?» (pág. 187). Y quizá esa es la pregunta que subyace en todo el libro, y también se podría decir que va induciendo al lector a que dé la respuesta: ninguno.
Pretendió ser una obra de divulgación científica de alto nivel. Se trataba, en palabras del autor de que «… las personas sin educación científica … puedieran entender … las ideas básicas acerca del origen y del destino del universo». Me parece que este objetivo estba ya conseguido en gran parte. Por ello no utiliza ninguna fórmula, salvo E = mc2, la conocida ecuación de Einstein que relaciona la masa perdida en una reacción nuclear, con la energía obtenida en el proceso.
Los autores que se citan en el libro, por su contribución a diversas teorías físicas, al desarrollo de experiencias o de observaciones, o por su aportación en el mundo de las ideas, en general son: Aristóteles, Feynman, Copérnico, San Agustín, Galileo, Kepler, Newton, Einstein, Juan Pablo II, Ptolomeo, Kant, Hubble, Heisemberg, Plank, Popper, Laplace, Poincaré. Wingenstein, Bohr, Dirac, Olbers, Michelson, Weinberg, etc. Más de cien nombres, casi todos científicos dedicados a la física. Se echa en falta citar a Lemaître, quien, por primera vez en 1927 propuso la hipótesis del «átomo primitivo», y se podría considerar como el iniciador de la teoría del «big bang»
Una vez que se entra en el contenido del libro se ve que no trata de «Historia», ni del «Tiempo», el menos, en el sentido que lo hace el diccionario de la Real Academia de la Lengua: Historia: «Narración y exposición científica de los acontecimientos pasados»; Tiempo: «Duración de las cosas o de los seres sujetos a mutación». Trata menos la Historia del Tiempo que de sus ideas acerca del tiempo. El contenido del libro se adapta mejor al subtítulo: «el big bang y los agujeros negros». No es un recorrido en el tiempo, una reflexión crítica de dicho concepto a lo largo de la historia, sino más bien una indagación sobre lo que nos pueden decir las teorías físicas sobe el origen y el final del universo.
En un primer momento podríamos tener dudas para clasificar el contenido del libro; Se podría encuadrar en diversas categorías: religioso, científico, teológico, histórico, … ya que trata de estos temas. Pero se trata de un libro claramente dedicado a cuestiones de física. Algunos de los temas de que trata son: Partículas elementales, agujeros negros, el espacio-tiempo, el universo en su conjunto, la relatividad, las cuatro fuerzas fundamentales, el Principio de incertidumbre de Heisemberg (según la interpretación de Copenhage), antipartículas, simetrías, modelos de expansión del universo, el big bang, etc.
En la introducción se dice que es «un libro acerca de Dios… o quizá acerca de la ausencia de Dios. La palabra Dios llena estas páginas.» Para llegar a «un universo … sin lugar para un Creador» (pág. 14). Quizá una conclusión de este libro se pudiera encontrar en la pág. 187 «En tanto en cuanto el universo tuviera un principio, podríamos suponer que tuvo un creador. Pero si el universo es realmente autocontenido, si no tiene ninguna frontera o borde, no tendría no principio ni final: simplemente sería. ¿Qué lugar queda, entonces, para un creador?» Estas palabras, final del capítulo 8, están formuladas de un modo doblemente condicional, de modo parecido a las conclusiones, que comentaré más adelante.
Se podría decir más bien que es un intento de expulsar del mundo a Dios, en una continua confusión de planos, saltando continuamente del campo científico al filosófico, haciendo verdaderas piruetas intelectuales para no afrontar el tema con la claridad necesaria, ni encuadrarlo en el contexto debido. Al hablar de confusión del plano científico con el filosófico quiero decir la ciencia tiene un objeto propio, y unos métodos, unos puntos de partida distintos a los de la filosofía, del arte, de la psicología, la religión…, y el mismo sentido común de la gente común. Distintos modos de describir lo real que no conviene mezclarlos. La ciencia va más bien al «cómo funciona», mientras que los planteamientos filosóficos se refieren más al «qué es» de las cosas.
Decía Feynman: «¿Qué es tiempo? Sería estupendo encontrar una buena definición de tiempo. Quizá debiéramos decir: «tiempo es lo que ocurre, cuando nada mas ocurre». De todos modos lo que realmente importa no es definir el tiempo, sino como medirlo». Este es, me parece, el lugar práctico, concreto que debe ocupar el científico.
Para no alargar innecesariamente estos comentarios me voy a limitar a tratar tres capítulos: «El principio de incertidumbre», «el origen y el destino del universo» y el dedicado a la «Conclusión»: