La idea de que una cosa es el sexo biológico y otra el género con el que uno se identifica lleva a exigir que los otros y la ley den al transexual el tratamiento que él elige. Carlos D. Flores hace a este respecto algunas analogías en un artículo publicado en Public Discourse. “¿Por qué hemos de pensar que aquello con lo que uno «se identifica» es absolutamente significativo, hasta el punto de que otros deberían reconocer activamente o satisfacer esa identidad, y especialmente cuando la identidad que uno adopta es contraria a la realidad?”
Fuente: Public Discourse
“Consideremos las siguientes analogías. Supongamos que un hombre caucasiano que vive en Finlandia decide de repente que se considera de ascendencia africana subsahariana. Supongamos que, de acuerdo con esto, se sometiera a procedimientos inusuales para oscurecer su piel y reestructurar su esqueleto para parecerse a los individuos de ascendencia africana subsahariana. ¿Pensaríamos que esa persona se ha convertido en un subsahariano mediante tales procedimientos? Por supuesto que no, y el hecho de su identificación no cambia nada. Su apariencia de subsahariano puede ser muy convincente, pero no cambia el hecho de que no lo es.
Flores señala que nuestras facultades mentales están dirigidas a descubrir la verdad y que esto nos lleva, entre otras cosas, a reconocer los trastornos mentales como trastornos, como por ejemplo la anorexia nerviosa. “Las personas que lo padecen tienen persistentes y falsas creencias sobre su identidad y sobre cómo son en realidad. En el caso de la anorexia, alguien que está peligrosamente delgado cree de un modo falso pero tenaz que en realidad tiene sobrepeso. Por lo tanto sería un procedimiento médico adecuado que un terapeuta, para ayudarle a superar la anorexia, reparara las facultades mentales del individuo para que funcionaran bien”.
Sin embargo, ya circulan peticiones en Internet pidiendo que sea prohibida la llamada “trasgender conversion therapy”, un procedimiento por el que un profesional trata de ayudar a la persona que experimenta un desorden de identidad de género (también conocido como disforia de género). Pero prohibir esto, dice Flores, “es tan absurdo como sugerir que la terapia para eliminar la anorexia debería ser un delito”.