Un nuevo “reality show” ha comenzado a emitirse por A3. Se exhibe la vida de ocho parejas encerradas en veinte metros cuadrados. J. M. González, director general de de la División de Multimedia del Grupo, afirmó: “Internet cobra un papel muy importante. Este proyecto se ha convertido en un reto tecnológico, con emisiones las 24 horas del día, los siete días de la semana”. Un espacio de telerrealidad innovador y pionero: los realitys última generación. Ahora las víctimas son los niños que podrán tener acceso a la brutal y degradante exhibición de la intimidad de dos personas, también en horario nocturno.
Todos reconocemos que los anhelos primarios de la televisión deben ser; informar, enseñar y recrear. La telerrealidad, promovida en Norteamérica con el “Real World” de la cadena MTV, zanjó el menú de diversión. La desfachatez, la intromisión en la subsistencia privada y la ironía déspota y patética son frecuentes. La Federación Internacional de Asociaciones de Telespectadores y Radioyentes asevera que, las series acusadas de telebasura, son “un cáncer cuya metástasis, tiende a invadirlo todo”.
El arreglo de la serie colombiana “sin tetas no hay paraíso”, es funesta y sin ningún valor y que emite Telecinco. Nos encontramos ante una producción con todos los componentes de un culebrón mezquino donde la prostitución, los narcóticos, las venganzas y los contubernios se dan cita como eje central de una conspiración insoportable.
Por otra parte, la cadena televisiva MTV, emite un evento apodado “mover la cuna”, con los retoños de afamados cantarines como Olivia Newton John, Bobby Brown o M. C. Hammer que anhelan emular a sus progenitores en un “reality” al estilo “operación triunfo” o su adaptación estadounidense “american idol”. Una pandilla de árbitros los juzgarán cada semana y deliberarán si han emergido con los mismo genes de sus progenitores. Pero no se sentirán aislados, porque sus populares papaítos les ampararán en las galas.
Es necesario eliminar de las parrillas todas estas series violentas, insolentes y eróticas, que pueden ofuscar a los niños que, ante semejantes aberraciones, pueden terminar enmarañados o trastornados.