Las estrategias de la guerra contra la población y el nacimiento de bebés han ido cambiando a lo largo del tiempo y así se pueden distinguir varias etapas:
Malthusianismo (1789-1822): Planteado por el reverendo inglés Thomas Malthus, se configuran las bases ideológicas de la guerra contra los pobres y débiles. La guerra, la miseria, la enfermedad y el hambre se presentan como herramientas a disposición del Estado para controlar el número de habitantes.
Neomalthusianismo (1822-1883): Se introduce la anticoncepción, la disolución de los matrimonios, el “amor libre”, así como la perversión de las costumbres, como medios limitadores del crecimiento poblacional.
Eugenismo (1883-1914): Ideada por Francis Galton, la eugenesia se erige como una pseudociencia para la “mejora de la raza”, mediante el control de los matrimonios entre las gentes “saludables”, mejorar la crianza de los hijos, y evitar la descendencia de los “débiles” y “defectuosos” de la sociedad.
Control de los nacimientos (1914-1942): Heredera de lo peor del eugenismo, del racismo y el anarquismo, Margaret Sanger diseñó la
estrategia moderna del control de la natalidad (birth control): Acceso de la gente pobre a los métodos anticonceptivos mediante clínicas de barrio, esterilizaciones masivas de “defectuosos” y “degenerados”, liberalización del aborto y su gratuidad, diseño de un método anticonceptivo cómodo y masivo que se administre por vía oral, y la necesidad de coordinación internacional de los esfuerzos por reducir la población mediante congresos y conferencias de población.
Criptoeugenismo (1942-1960): El final de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento de las Naciones Unidas con el objetivo de velar por la paz de los pueblos obligan al movimiento anti-vida a adoptar un nuevo lenguaje y nuevas estrategias. Al “control de natalidad” se le empezará a denominar “planificación familiar”. Un nuevo prototipo de familia se empieza a gestar. Matrimonios que prefieren la comodidad y el bienestar económico a la “molestia” que supone criar y educar a los hijos.
Revolución sexual (1960-1974): Liderada por el pensamiento de Reich, Kinsey y Marcuse, y con la difusión de la píldora anticonceptiva promovida por Margaret Sanger, se produce una auténtica brecha en la familia y en las relaciones de amor entre el varón y la mujer. El placer sexual (exclusivamente genital) se convierte en el prototipo de la “felicidad” tan buscada desde los tiempos de la ilustración.
Neocolonialismo (1974-1994): A raíz de la descolonización, los nuevos países empiezan a salir del subdesarrollo mediante la educación y la creación de escuelas y universidades. En el aspecto sanitario se crean hospitales y centros de salud que se dotan de las novedosas vacunas que son capaces de salvar vidas. Además, la economía empieza a despuntar con nuevas técnicas agrarias, pequeñas industrias, etc. Pero las antiguas potencias coloniales tratan de seguir ejerciendo poder y control sobre los recursos naturales de sus antiguos dominios.
Para ello diseñarán nuevas estrategias de control mundial de la población como: imposición de los métodos artificiales de control de la natalidad, control de los medios sanitarios y farmacéuticos, venta de armas e instigación de conflictos armados en el Tercer Mundo (Ruanda, Angola, Sierra Leona, Camboya, etc.), y, sobre todo, la que ha sido denominada “guerra del hambre” (Somalia, Etiopía, etc.). En este sentido son reveladoras las políticas de planificación poblacional que se van dando en diferentes países del mundo: política del hijo único en China, campañas de esterilización masivas, legalización del divorcio y del aborto, etc.
Derechos reproductivos (1994-2014): En las Conferencias de población de El Cairo (1994) y de la mujer en Pekín (1995) se plantea como estrategia de control de la población mundial la promulgación de los llamados “derechos reproductivos” y los “derechos sexuales”. Estos se referirían al permiso para poder acceder a todo tipo de métodos de anticoncepción artificial, incluidos la esterilización y el aborto.
Ideología de género (2001): Una nueva ideología de carácter antihumano se gesta a finales del s. XX para implantarse en las agendas políticas de los países ricos. El género se presenta como una construcción social en la que se niega la existencia de una naturaleza masculina y otra femenina. Con esto se pretende rechazar la supuesta superioridad de un sexo sobre el otro, pero también se destruye la naturalidad de la sexualidad humana y las estructuras sociales ligadas a ella: matrimonio, familia y educación.
Aunque puedan parecer sinónimos los términos “control de la natalidad”, “planificación familiar” o “paternidad responsable”, no lo son, ni en concepto ni históricamente como veremos. El control de la natalidad es una forma política llevada a cabo por un Estado cuyo objetivo es reducir la tasa de natalidad de un país. Como el aumento demográfico es un hecho natural, cualquier política que pretenda reducir drásticamente los nacimientos se ha implantado históricamente mediante coerción e imposición (esterilización forzada, abortos forzados, campañas de anticoncepción, etc.).
La planificación familiar es un término que aparece justo después de la Segunda Guerra Mundial y hace referencia al conjunto de medidas que toma una familia para regular el espaciamiento de los hijos. En muchos casos, para obtener el fin, se justifica cualquier medio, aunque este no sea moralmente aceptable, por ello se emplean métodos anticonceptivos químicos o mecánicos que destruyen al ser humano concebido. La planificación familiar es promovida por la industria anticonceptiva y los autodenominados“educadores sexuales”, pero en la práctica se convierte en un instrumento más delos agentes del control natal.
Por último, la paternidad responsable es una actitud racional y digna del hombre, frente al misterio de la transmisión de la vida humana. Mientras el control de la natalidad y la planificación familiar son instrumentos de dominación por parte del poder, la paternidad responsable es la única que respeta la libertad y la dignidad humana, además de buscar el bien común de la sociedad.
Fuente: José Alfredo Elía y Digital Reasons