El primer ministro japonés y la eutanasia

Filed under General

Las declaraciones del primer ministro del nuevo gobierno japonés, en las que decía que se debería animar a los ancianos a darse prisa en morir, ha vuelto a destapar la intención última de algunos gobernantes utilitaristas. En lugar de incidir en la verdadera solución al problema que es el fomento de la natalidad, se inclinan por la aparente solución fácil que no es otra que crear un clima que facilite la práctica de la eutanasia

“Es moralmente indeseable y éticamente malo intentar legislar sobre la supresión de las vidas humanas, inocentes y que toda ley que lo autorice estará sujeta a abusos impredecibles y que es socialmente deplorable y desorientador, tratar de promulgar leyes que aprueben la eutanasia”, asevera el doctor Brian Pollard.

Alemania facilitó el atajo a la ley que aprobaba la eutanasia en la década de los años veinte. Se realizaba entre muchos enfermos terminales en los sanatorios públicos germanos; se invocaban motivos de conmiseración, calidad de vida y la detención del gasto público.
En 1930, Adolf Hitler, legitimó la ampliación de la ley tras la que se realizaban experimentos con personas humanas y se consumaron genocidios. Esto nos debe hacer recapacitar. Cuando se abre un orificio legal es difícil conocer el momento en el que hay que frenar. Lo que despuntó como una medida humanitaria, hacia los desahuciados, se trocó en algo trágico.

La hinchada de la eutanasia apoyan sus teorías en aspectos prágmáticos y utilitaristas. Cuando enflaquece el punto de vista trascendente de la existencia, se mendigan otros términos para especificar el valor moral de la persona, la dignidad de los actos humanos y el ordenamiento moral del universo.

Según la Asociación Médica Mundial y el Colegio Médico Británico, nadie tiene la potestad, ni la prerrogativa, de suprimir la vida a un agonizante y que, por lo tanto, la eutanasia no es ética. Se debe administrar al enfermo terminal la ayuda a través de los cuidados paliativos para alejar la angustia, en lo que dure su existencia.

Ordenar la práctica de cortar el hilo de la vida, es matar clandestinamente a un mortal, es un asesinato. De igual modo que  sacrificar a un recién nacido con malformaciones, se califica como infanticidio. Estas maniobras están enfrentadas a todos los códigos éticos, médicos y legales y van en contra de la Declaración de los Derechos Humanos, internacionalmente admitidos.

En un mundo ejemplar los enfermos terminales, al estar bien cuidados, ninguno solicita la eutanasia. La eutanasia gravita en premisas que no respetan la existencia del ser humano, cuya vida depende solamente de Dios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.