La familia de Nazaret

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La familia es la forma básica y más sencilla de la sociedad, en la que se vive la preocupación por los demás, el sentido de responsabilidad, la comprensión y la ayuda

Hoy fiesta de la Sagrada Familia es un buen momento para reflexionar sobre la institución familiar, que en nuestros días padece la influencia de ideologías disgregadoras, que la desvirtuan. En las fiestas navideñas que estamos celebrando contemplamos a un niño, que vino a cambiar el curso de la historia, y que quiso nacer en una familia, sencilla, normal, de pocos recursos,  a la que su padre José sostenía con el esfuerzo de su trabajo. Asimismo su madre María vivió, la casi totalidad de las jornadas de su vida, ocupada en cuidar de su familia, educar a su hij y, sacar adelante las tareas del hogar, de manera muy parecida a las jornadas de millones de mujeres.

Lo que hacía que esta familia fuera ejemplar era el cariño santo entre José y María, su espíritu de servicio y de comprensión y el deseo de hacerse la vida feliz mutuamente. Del mismo modo, en nuestros hogares hemos de procurar desvivirnos por los demás miembros de la familia.  La familia es escuela de virtudes y si queremos que la nuestra se parezca a la familia de Nazaret, las virtudes de fe y esperanza se han de manifestar en el sosiego con que enfocamos los problemas pequeños o grandes, que en todos los hogares ocurren, en la ilusión con que perseveramos en el cumplimiento de nuestro propio deber.

Nuestro cariño a los otros miembros de la familia debe llenarlo todo, hemos de compartir alegrías, posibles sinsabores, saber sonreír olvidándonos de las propias preocupaciones para atender a los demás, escuchar al otro cónyuge o a los hijos mostrándoles que de verdad se les quiere y se les comprende, a pasar por alto los menudos conflictos sin importancia, que nuestro egoísmo puede convertir en montañas y a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está compuesta la convivencia diaria.

La familia es la forma básica y más sencilla de la sociedad, es el semillero de la vida social, pues es allí donde se ejercita la obediencia, la preocupación por los demás, el sentido de responsabilidad, la comprensión y la ayuda y donde se coordinan armoniosamente las diversas maneras de ser de cada uno.

La salud de la sociedad se mide por la salud de las familias, de ahí que los ataques directos a la familia que estamos sufriendo últimamente son ataques directos a la sociedad misma.

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