En el mes de diciembre numerosas ciudades y hogares del mundo se llenan de luces para celebrar el gran acontecimiento que desde hace más de dos mil años los cristianos de todo el orbe conmemoramos en estas fechas, nada más y nada menos que el Nacimiento del Hijo de Dios.
No cabe duda que las luces navideñas son uno de los elementos básicos en estas fechas, pero, realmente, ¿la gente sabe por qué en estos momentos se ilumina hasta último rincón del planeta, aunque sea con una vela pequeña?
El significado de las luces de Navidad está estrechamente relacionado con el nacimiento de Jesús en Belén. Juan Evangelista, en su versículo 12:46, expresa las palabras de Jesús: “Yo, la luz, he venido para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas”. Y en el versículo 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Simbolizan, por tanto, la llegada de la luz, Jesús, a un mundo en tinieblas que necesitaba su salvación.
Ahora, frente a la oscuridad que se cierne sobre la humanidad por distintas causas, como las guerras de Ucrania y Tierra Santa, la desnaturalización de la familia o la exaltación de la muerte, convirtiendo en un derecho el aborto y la eutanasia, solo la luz que proyecta la esperanza del Niño que Dios envió a la tierra es capaz de penetrar en la mente y el corazón de los hombres para superar las incertidumbres que esa oscuridad nos desalienta y entristece.
La costumbre de incluir en nuestras tradiciones navideñas diferentes tipos de luces, no es tan lejana. Se remonta al siglo XIX, aunque inicialmente los árboles de Navidad eran decorados con manzanas rojas, que representaban los pecados y tentaciones de Adán y Eva, y con velas que simbolizaban la luz de Cristo. Sin embargo, poner manzanas y velas no era la mejor idea. Las frutas se echaban a perder y tener velas encendidas era un peligro latente de incendio.
En 1880, Edison ya había inventado sus lámparas incandescentes y buscaba una manera de publicitarlas. Para mostrar su invención las usó en la fiesta de Yule, donde se colgaron lámparas incandescentes en el Laboratorio de Menlo Park, de modo que todos los viajeros que iban en el tren pudieran ver el milagro de la Navidad. Edison encendió las luces desde un generador remoto a 8 millas de distancia.
Dos años después, Edward Johnson, un amigo de Edison, mostró el primer árbol de Navidad iluminado en su casa de Manhattan. La idea de Johnson fue reemplazar las velas con una cadena de luces eléctricas de colores, lo que hizo con ocho bombillas abultadas en forma de pera en un solo cable. Varias publicaciones cubrieron su iluminación del primer árbol, que giraba mientras las luces rojas, blancas y azules deslumbraban a los espectadores.
Con la llegada de las esferas navideñas de vidrio, los fabricantes comenzaron a producirlas en colores rojo, verde, blanco, plateado, dorado y azul. Las esferas rojas representan el pecado original, además de amor y generosidad; las verdes representan esperanza, naturaleza y vida; las esferas plateadas, el agradecimiento; las blancas pureza, alegría y fe; las esferas azules arrepentimiento; y las esferas doradas prosperidad, riqueza y alabanza.
Todos los años las luces también iluminan las calles más céntricas de las ciudades y los ayuntamientos engalanan las plazas y calles con motivos navideños, aunque para ser sinceros cada vez cuesta más reconocer que significan esos modernos adornos navideños con figuras e imágenes tan asépticas.
En este sentido, debo felicitar a nuestro Ayuntamiento por la iluminación de las calles y plazas de Segovia este año, con una temática acorde con lo que estamos celebrando. De esta forma, podemos contemplar el Belén de la Plaza de la Artillería o el espectacular árbol musical de la Plaza del Azoguejo. Asimismo, numerosos arcos luminosos con estrellas, angelitos, Reyes Magos, bolas de Navidad y el Belén del Ayuntamiento.
La Navidad es una hermosa fiesta, para vivirla con alegría y con esperanza, para dar gracias a Dios porque ha venido a iluminar nuestras vidas. Les deseo a todos, creyentes y no creyentes, y hombres y mujeres de buena voluntad, una feliz Navidad, con el deseo de que las luces que iluminan nuestra ciudad en este tiempo navideño nos recuerden la verdadera Luz de Belén.
¡Feliz Navidad!