Conviene reflexionar sobre el intento cada vez más presente en nuestra sociedad de imponer coactivamente la visión de la sexualidad de la ideología de género. El último caso ha sido el tratamiento político y mediático de la historia de unos niños de seis a nueve años a los que se califica como “transexuales” en Málaga.
Alegando que existen niños y adolescentes que pueden sentirse discriminados por su tendencia homo o transexual, pretenden algunos imponer obligatoriamente que en la escuela se acepte como evidente la llamada “diversidad afectivo sexual” y que esa diversidad debe ser vista como normal y éticamente positiva, como la única opción posible. Este planteamiento ideológico tiene una clara matriz totalitaria pues pretende obviar el dato de hecho de que cada ser humano es libre y que respecto a la sexualidad existen visiones u opiniones distintas en nuestra sociedad y que esa pluralidad de visiones cuenta con el amparo de la libertad ideológica y religiosa constitucionalmente garantizada.
En una sociedad libre nadie puede imponer a los demás su visión de la sexualidad, ni de la homosexualidad ni de la transexualidad, ni pretender que el Estado ponga al servicio de esa imposición la escuela de todos. Los padres de los niños de Málaga tienen una inmensa responsabilidad, pero sus hijos y sus compañeros de cole y los padres de los otros niños también tienen derechos de los que nadie parece haberse acordado al exigir una escolarización políticamente correcta en ideología de género.
Frente a esta tentación totalitaria que pretende acabar con la libertad de pensamiento en materia de sexualidad, reivindico:
•La libertad de opinión en todo lo que tiene que ver con la concepción de la sexualidad y la moral sexual y, en particular, con la homosexualidad y la transexualidad.
•El derecho de toda persona –también y especialmente de los niños- a no ser cosificados o tipificados como homosexuales o transexuales, sino a ser tratados como seres humanos libres frente a sus tendencias, orientaciones o deseos.
•El derecho de todos a buscar y obtener la ayuda que quieran solicitar -también la médica o sicológica, en su caso- para corregir los deseos, tendencias o hábitos que no les parezcan idóneos y que quieran superar.
•La libertad de los centros escolares para definir proyectos pedagógicos plurales y diversos y la libertad de los padres para optar entre tales proyectos.
•El veto al adoctrinamiento en la escuela pública en una única visión de la sexualidad aduciendo razones infundadas de salud pública.
•El rechazo a las propuestas para restringir la libertad de pensamiento sobre la conducta homosexual o la transexualidad como si de atentados a una presunta «igualdad de género» se tratara.
•El derecho a denunciar como liberticidas los intentos de imponer los prejuicios del “homosexualismo político” y la ideología de género como obligatorios.
En la sociedad española está brotando una agresiva intolerancia hacia la libertad en materia de ideas sobre la sexualidad (y, en particular, sobre la conducta homosexual y la transexualidad) de la que conviene defenderse para preservar la libertad de pensamiento y religiosa y el pluralismo propio de nuestras sociedades democráticas.
Benigno Blanco