En cambio, esta cuestión adquiere cierta gravedad cuando son los niños los que pasan muchas horas ante los televisores; hasta una tercera parte del tiempo en que están despiertos. El Código de Autorregulación de contenidos en horario infantil, rubricado por las cadenas televisivas y el Gobierno, ha sido infringido por todas las televisiones.
El Observatorio de Contenidos Audiovisuales denuncia el reiterado incumplimiento
por parte de las cadenas de televisión, del Código de Autorregulación que determina un
horario de protección al menos. Se han recibido 128 quejas. Los programas que mayor
número de críticas recibieron fueron: “Salvame”, “El programa de Ana Rosa” y
“Vuélveme loca”.
A su vez, los adolescentes que ven la televisión tres horas cada día alcanzarán un mayor
riesgo en su educación durante la juventud y en el arranque de su existencia adulta,
según una investigación efectuada por la Universidad de Columbia y el Instituto
Psiquiátrico de Nueva York.
La Confederación de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios alerta
de que la programación infantil, que ofrecen las distintas cadenas televisivas, está
plagada de violencia y actitudes sexistas.
Por todo lo expuesto, la publicidad dirigida a los niños es una comunicación que se
debe cuidar hasta el último detalle. El público infantil es un segmento numeroso de la
audiencia y por su condición de niño indefenso ante los mensajes, es oportuno exigir
que la publicidad infantil esté cuidada.
La publicidad dirigida al niño no debe engañar ni manipular, debe ser muy clara en sus mensajes, ya que la audiencia infantil, con su enorme conocimiento del mundo que les rodea, pueden confundir lo real con los mensajes imaginarios que perciben.
Aquellos polvos trajeron estos lodos. No caben inhibiciones mientras no se ponga coto a la acción deformadora del primer medio hipnótico de comunicación de masas, mientras la gran ventana lívida suplante a los padres.
“Las desventuras de la niez repercuten sobre toda su vida y dejan una fuente inagotable de melancolía en su corazn” afirma Paul Brulat.