La verdad de los valores. Valores y virtudes

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LAS VIRTUDES SON LAS FUERZAS QUE NOS CAPACITAN PARA PONER EN PRÁCTICA LOS VALORES

Los valores son los fines que nos proponemos conseguir en nuestra vida. El relativismo defiende la igual legitimidad de todos los fines que los hombres se propongan con sus vidas, “siempre que no molesten a los demás”. Los fines se convierten en valores por el simple hecho de ser elegidos y deseados por los hombres, y cuanto más deseados por los hombres, tanto más valiosos.

¿Es realmente así? ¿Los fines son valiosos porque los elegimos o los elegimos porque son valiosos? El sentido común nos da una primera respuesta: si todos los fines que los hombres se proponen con sus vidas fueran igualmente legítimos, tan valiosos serían los apetitos complementarios de dos sadomasoquistas en el momento de sus relaciones sexuales, como el de una madre que cuida a su hijo enfermo.

Frente al relativismo podemos decir que los valores no son valiosos por el simple hecho de proceder de una voluntad deliberada, sino porque su consecución nos hace realmente mejores personas. Dicho más claramente, los valores derivan su inviolabilidad del hecho de ser verdaderos y corresponder a exigencias verdaderas de la naturaleza humana.

Por lo tanto, un valor en sentido propio, es una verdad, no un simple deseo, que inspira el comportamiento de una persona, y será tanto más valioso cuanto mejor persona le haga.

¿Qué relación tienen los valores con las virtudes? Si los valores son los fines, las virtudes son las fuerzas que nos capacitan para lograr los fines. Hay gente con valores verdaderos, con nobles deseos, pero sin fuerza para hacerlos realidad en sus vidas. Hay gente con valores pero sin virtudes morales. Pero lo que no hay es gente con virtudes y sin valores, porque la capacidad para lograr un fin presupone siempre el conocimiento del fin para el que se tiene dicha capacidad.

La educación moral consiste, precisamente, no sólo en inculcar valores, sino también en ayudar a forjar las disposiciones que nos capacitan para lograr esos valores.

En este punto, como en tantos otros, el relativismo lleva a situaciones absurdas por contradictorias: la gente se escandaliza de tantos delitos, abusos sexuales, maltratos, corrupción, etc., pero no quiere oír hablar de las virtudes que nos capacitan para evitarlos: castidad, templanza, sinceridad, sobriedad…

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