Libertad de decidir

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gabilondo-150x150La educación que los poderes públicos intentan inculcar a los jóvenes, basada  en un agnosticismo que pretende dar respuesta a los grandes interrogantes del hombre sin tener en cuenta su dimensión trascendente, no cabe duda que plantea una situación grave al estar claramente influenciada por la dictadura del relativismo; del dejarse llevar por cualquier viento y doctrina, y que deja como medida el propio yo y nuestros antojos, trasladándose a la sociedad que no hay una verdad absoluta porque todo vale igual.

Este adoctrinamiento escolar trata de conseguir una masa de futuros ciudadanos imbuidos en el pensamiento único. La clave del sistema se basa en que las inteligencias inmaduras son fácilmente moldeables, ya que los principios morales aún no han arraigado con fuerza en la mente del niño y su capacidad de análisis es mínima.

Esta educación mina sustancialmente el derecho de los padres a elegir la formación que quieren para sus hijos. Y es que el derecho a educar a los ciudadanos corresponde a los padres, a quienes se ha de asegurar la libertad de decidir el tipo de enseñanza que desean para sus hijos, sin más límites que los impuestos por el ordenamiento constitucional: el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales (Constitución Española, artículo 27.2). Fuera de este marco, nadie puede imponer a las familias la escuela pública o la privada,  una enseñanza laicista o fundada en valores religiosos, escuela mixta o diferenciada, porque los padres son los titulares del derecho a elegir el centro que consideren idóneo para la educación de sus hijos.

El panorama es ciertamente poco halagüeño, pero solo porque entre todos estamos permitiendo esta ingerencia en la vida privada. Podemos seguir mirando para otro lado, o podemos plantar cara a este acoso y demostrar que no vamos a ceder estas parcelas de libertad.

De todas formas, una cosa es positiva, ya no hay padre en España que no esté vigilante sobre lo que le están enseñando a sus hijos, y queda así en sus manos contrarrestar en lo que pueda los nocivos efectos de esa educación.

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