Libertad, verdad y ley natural

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En el ejercicio de la libertad, el hombre realiza actos moralmente buenos, que edifican su persona y la sociedad, cuando obedece a la verdad, es decir, cuando no pretende ser creador y dueño absoluto de ésta y de las normas éticas. La libertad, en efecto, no tiene su origen absoluto e incondicionado en sí misma. Es la libertad de una criatura, o sea, una libertad donada, que ha de madurar con la responsabilidad. En caso contrario, muere como libertad y destruye al hombre y a la sociedad.

La verdad sobre el bien y el mal se reconoce en modo práctico y concreto en el juicio de la conciencia, que lleva a asumir la responsabilidad del bien cumplido o del mal cometido. Así, en el juicio práctico de la conciencia, que impone a la persona la obligación de realizar un determinado acto, se manifiesta el vínculo de la libertad con la verdad.
El ejercicio de la libertad implica la referencia a una ley moral natural, de carácter universal, que precede y aúna todos los derechos y deberes?. La ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar.

Esta ley es universal porque la razón que la promulga es propia de la naturaleza humana, se extiende a todos los hombres en cuanto establecida por la razón. La ley natural expresa la dignidad de la persona y pone la base de sus derechos y de sus deberes fundamentales. En la diversidad de las culturas, la ley natural une a los hombres entre sí, imponiendo principios comunes. Aunque su aplicación requiera adaptaciones a la multiplicidad de las condiciones de vida, según los lugares, las épocas y las circunstancias, la ley natural es inmutable, subsiste bajo el flujo de ideas y costumbres y sostiene su progreso… Incluso cuando se llega a renegar de sus principios, no se la puede destruir ni arrancar del corazón del hombre. Resurge siempre en la vida de individuos y sociedades.

Sus preceptos, sin embargo, no son percibidos por todos con claridad e inmediatez. y no puede ser cancelada por la maldad humana.  Esta Ley es el fundamento moral indispensable para edificar la comunidad de los hombres y para elaborar la ley civil.  Si se oscurece la percepción de la universalidad de la ley moral natural, no se puede edificar una comunión real y duradera con el otro, porque cuando falta la convergencia hacia la verdad y el bien, cuando nuestros actos desconocen o ignoran la ley, perjudican la comunión de las personas, causando daño. En efecto, sólo una libertad que radica en la naturaleza común puede hacer a todos los hombres responsables y es capaz de justificar la moral pública. Quien se autoproclama medida única de las cosas y de la verdad no puede convivir pacíficamente ni colaborar con sus semejantes.

La libertad está misteriosamente inclinada a traicionar la apertura a la verdad y al bien humano y con demasiada frecuencia prefiere el mal y la cerrazón egoísta, elevándose a divinidad creadora del bien y del mal. 

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