Hoy celebramos la fiesta de los santos inocentes, en la que se recuerda a los niños y niñas de Belén de dos años para abajo, que Herodes mando matar pues pensaba que entre ellos estaría el niño Jesús al que deseaba eliminar.
En realidad esos niños y niñas contaban con una edad real de uno o dos años más los nueve meses que estuvieron en el vientre de sus respectivas madres.
El Dr. Jerónimo Lejeune , uno de los más brillantes investigadores franceses, Catedrático de Genética en la Universidad de la Sorbona de París, y Director del Centro Nacional de Investigación Científica, que contaba en su haber profesional con los más importantes premios científicos , y era miembro de las Academias de Ciencia de Suecia, Inglaterra y Estados Unidos, dijo claramente: «Esta primera célula, resultado de la concepción, es ya un ser humano».
Tiene los 46 cromosomas propios de la especie humana. En otra ocasión dijo: «Aceptar que después de la concepción un nuevo ser humano ha empezado a existir, no es ya cuestión de gusto o de opinión, sino una evidencia experimental». Sigue diciendo el Dr. Lejeune : «Si el embrión no es desde el primer momento un miembro de nuestra especie, no llegaría a serlo nunca.»
Decir que no es un hombre, es lo mismo que decían los nazis: «un prisionero no es un hombre» .
Pero además el aborto es ilícito incluso en el caso de duda. Si me dan un paquete para que lo tire al mar diciéndome que es un gato muerto, pero yo sospecho que es un niño vivo, no puedo tirarlo al mar, antes de salir de la duda. Y si lo hago sin estar seguro de que no es un niño vivo, y resulta que lo es, soy responsable de un homicidio. Pues bien, en Teología se dice que hay un nuevo ser humano desde el primer momento de la concepción. Y los médicos confirman esta afirmación. El zigoto es vida humana desde el principio, aunque no es vida humana individual hasta el momento en que el blastocito se diferencia y se consolida en uno o más embriones. Desde el comienzo del proceso embrionario nos encontramos con una individualidad genética distinta y diferenciada de la de los padres».
El código genético contiene las características humanas e individuales del nuevo ser. Todo lo que cada individuo humano posee de único, singular e irrepetible a lo largo de toda su historia, está ya presente en su código genético. La persona humana está en el embrión con todas sus potencialidades, que se irán desarrollando a lo largo de su existencia .
Stephen W. Hawking el Einstein de nuestros días, a quien todos pudimos ver en televisión, paralítico en una silla de ruedas, teniendo que hablar por medio de un sintetizador sonoro, no hubiera nacido, si en 1942, algún listo abortista hubiera descubierto en los cromosomas de su embrión que iba a ser inválido .
La biología contemporánea impone que el embrión humano es un individuo estrictamente determinado, con un potencial genético propio, desde el instante de la concepción. Ningún biólogo duda hoy en día que en el momento mismo de la reunión de los gametos, se ha engendrado ya no sólo una vida nueva e independiente, sino además una individualidad inédita.
A su vez, el Dr. Severo Ochoa , Premio Nobel de Medicina de 1959, afirmaba que el hombre es lo que su clave genética determina. Y esta clase genética se establece desde el momento que se constituye el huevo (zigoto). Desde este momento este nuevo ser tiene sus derechos personales.
Jamás un anatómico o un fisiólogo considerará el feto como parte integrante de la madre, como puede serlo el apéndice o una verruga que se pueden extirpar a voluntad. La vida del feto no es la de la madre, sino la suya propia, y tiene derecho a que se respete como se debe respetar la vida de un adulto.
Julián Marías dijo cosas muy acertadas: «Eso de que el feto es parte del cuerpo de la madre es una insigne falsedad, porque no es parte, está «alojado» en ella, «implantado» en ella. Una mujer no dice «voy a tener un tumor», sino «voy a tener un hijo»… A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: Se dice que es la «interrupción del embarazo». Como si al ahorcar se le llamara interrupción de la respiración…»
Todos los animales defienden a sus crías. El que en algunas naciones el aborto no esté penalizado por la ley, no lo convierte en moral. Las normas morales absolutas son independientes de la voluntad de los hombres. La ley de Dios prohíbe el aborto, y ninguna ley hecha por el hombre puede hacer lícita la muerte de un inocente. La ley universal de Dios obliga también a los no creyentes. El no matar, el no robar, el no fornicar, el no calumniar, etc. es para todo el mundo, y no sólo para los creyentes. Aunque en una nación se legislara lícita la calumnia, no por eso la calumnia dejaría de ser una injusticia.
Nadie pude autorizar la muerte de un inocente, sea embrión, feto, enfermo o anciano, sin cometer, por ello un crimen de extrema gravedad . Biológicamente no hay diferencia entre matar un embrión humano de veinticuatro horas o un niño de veinticuatro meses.
Finalmente es una hipocresía defender como política de partido las libertades democráticas de la persona humana, y luego defender el aborto, privando del derecho a la vida a una persona inocente, aprovechándose que no puede defenderse, ni siquiera protestar. Los defensores del aborto piensan mucho en los inconvenientes que tiene para la madre un hijo no deseado, pero no piensan en los derechos que ese hijo tienen a seguir viviendo.