Con la pandemia se ha incrementado considerablemente el número de padres jovenes que han tenido que hacer compatible el teletrabajo con la atención diaria a los hijos. Al terminar el periodo de confinamiento y la pretendida vuelta a la normalidad, los abuelos están siendo esenciales en el cuidado de los nietos, pues los padres siguen teletrabajando.
Tanto en España como en los paises europeos la participación de los abuelos depende bastante de las políticas familiares de cada Estado: incentivos para el trabajo a tiempo completo o parcial de las madres, subsidios familiares, disponibilidad de guarderías, etc. En conjunto, se puede concluir que los abuelos europeos dedican mucho tiempo al cuidado de sus nietos: en torno al 40% se ocupa de vez en cuando de ellos, y un 11% los tiene a diario mientras los padres trabajan.
En los países nórdicos y Francia, ambos padres suelen trabajar a tiempo completo. El Estado se ha ocupado de promover estructuras para el cuidado de los hijos, como guarderías y escuelas infantiles. Los subsidios familiares son generosos, para cubrir buena parte de los gastos derivados de la atención de los niños. De hecho, no hace falta contar con los abuelos para cuidar a sus nietos. Por eso, las medias diarias de participación son mínimas: 2% en Suecia y Dinamarca; 7% en Francia.
Esto no significa indiferencia: los abuelos de la Europa del norte suelen protagonizar actuaciones periódicas de entidad (59% en Dinamarca; 51% en Suecia), a modo de un “ejército de reserva”: facilitan “planes B” en circunstancias imprevistas, como la enfermedad de la niñera, el cierre de una guardería, la imposibilidad de conseguir permiso para atender a un niño enfermo, o necesidades específicas de las vacaciones escolares. En Francia, la mitad de los abuelos apoya a sus hijos cuando algo va mal.
En el sur y este de Europa, los padres trabajan también a tiempo completo, pues el trabajo a tiempo parcial está poco desarrollado. Pero, a diferencia del norte, el Estado apenas asegura el cuidado de los hijos, y las ayudas familiares son insuficientes. La tradición cultural cuenta con la responsabilidad de los abuelos para cuidar de sus nietos durante la semana. Así, un tercio de las abuelas rumanas los tiene diariamente; el 22% en Italia, y el 17% en España.
La peculiaridad de Alemania, Países Bajos y Reino Unido es que el sistema anima a las mujeres a trabajar a tiempo parcial después de dar a luz. Los servicios de guardería son principalmente privados, y se reparten territorialmente de manera desigual. Pero las madres pueden estar más presentes en la vida familiar cotidiana, y tienen menos necesidad de recurrir a sus propios padres para que atiendan a los nietos. Holanda tiene la proporción más alta de Europa en trabajo a tiempo parcial femenino, con estructuras de atención de los niños muy amplias. Por eso, apenas se recurre a los abuelos, salvo en casos imprevistos urgentes.
El alargamiento de la vida laboral en algunos países, exigida por las dificultades para garantizar las pensiones, puede influir también en este tema. Si se confirma la tendencia, y aumenta la edad de jubilación, los abuelos de entre 65 y 70 años estarán cada vez menos disponibles (en los dos próximos decenios, una cuarta parte de la población de muchos países europeos tendrá más de 65 años).
Es posible que esta situación lleve a muchas madres jóvenes a pasarse al trabajo a tiempo parcial o, incluso, a dejar sus empleos. Sus propias madres podrían anticipar la jubilación, para atender a los nietos, aunque perdieran el derecho a la totalidad de la pensión. Pero los Estados les empujan a seguir siendo población activa, para financiar servicios y prestaciones sociales y asegurar las pensiones.
En definitiva, existen serias incógnitas para la seguridad económica de las madres, en las diversas edades de su vida. Pero el papel de los abuelos no dejará de crecer, por el aumento del trabajo femenino y las tasas más elevadas de divorcios y rupturas familiares.