Los agobios con los hijos

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«Tengo una hija que está en exámenes finales y la veo muy agobiada. Piensa en lo que le vamos a decir si suspende. Eso la descentra. Yo creo que es buena estudiante, pero excesivamente preocupona. Yo le digo que no se preocupe, pero no consigo nada. ¿Que le puedo decir?»

Si le parece que es excesiva la preocupación de su hija, y que es demasiado perfeccionista, quizás pueda consultar con un especialista, que le aconsejará adecuadamente. Por otra parte, es una buena ocasión para hablarle de rectitud de intención. Es verdad que debemos trabajar bien, con normalidad, sin cosas raras. También es verdad que cuando el trabajo se convierte en un fin, o en un motivo de excesiva preocupación, quizás nos falte algo de rectitud a la hora de trabajar. Entonces, ya no estamos haciéndolo bien.

En definitiva, lo que hacemos es buscarnos a nosotros mismos. Ya le digo que el trabajo es un medio para buscar a los demás y a Dios. Pero haciéndolo con rectitud de intención. Cuando no se hace así, ya no madura, ni nos hace crecer como personas. Todo trabajo que se hace a mayor gloria de uno mismo, termina agobiando y desasosegando. Además, pone en riesgo la estabilidad de la familia.

Esta actitud es muy frecuente. Actualmente, muchas personas creen que la solución a los vacíos que tienen en su vida, los van a solucionar con el trabajo. A base de horas y de ambición. Se equivocan. Arruinaran su vida. Decírselo a los hijos desde pequeños es muy educativo.

Por otra parte, si alguien interpreta que lo que he dicho es que hay que trabajar poco o que hay que hacerlo sin perfección, es que o no me ha entendido, o no me he explicado.

José María Contreras

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